La desgarradora historia de la viuda de Martín Polanco: “Estoy recogiendo los pedazos de mi alma”

Ana Polanco relata entre lágrimas cómo se enteró de la muerte de su esposo Martín Polanco en el desplome del Jet Set.
Santo Domingo.– La mañana del martes 8 se convirtió en un antes y un después para Ana Polanco. En su corazón, aún late el último “te amo” que escuchó de Martín Polanco, su compañero de vida por 37 años.
La tragedia del colapso del techo de la discoteca Jet Set, que dejó más de 230 personas afectadas y 189 heridas, también arrebató la vida del afamado diseñador dominicano, y desde entonces Ana vive entre el dolor profundo y la necesidad de mantener viva la memoria del hombre que revolucionó la moda tropical.
Ana recibió la noticia como un golpe imposible de asimilar. Desde Miami, donde se encontraba por razones de salud, vio a su mundo desmoronarse a la misma velocidad con la que el techo de Jet Set se vino abajo.

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La dura verdad
Fue su hermana y su sobrina, quienes viajaron de inmediato a República Dominicana, quienes confirmaron que Martín había fallecido.
«Ellas fueron las primeras que enfrentaron la realidad que yo tanto temía”, recuerda Ana, con la voz quebrada durante una entrevista con la comunicadora Luz García.
Ana confianza que la esperanza fue lo último que perdió. Como en aquel episodio durante la pandemia, cuando Martín estuvo al borde de la muerte por COVID-19 y lograron trasladarlo en un avión ambulancia de Nueva York a Miami, Ana pensaba que se repetiría el milagro.
“Yo tenía la ilusión de que saldría con vida y podríamos traerlo de nuevo a casa, pero la magnitud del desastre fue demasiado grande”, lamenta.
37 años juntos
Martín Polanco no solo fue su esposo, fue su cómplice, su inspiración, un hombre que convirtió la tradicional guayabera en un símbolo de alegría, frescura y modernidad para la moda dominicana.
“Así como Van Gogh revolucionó la pintura con brillo y movimiento, Martín transformó la guayabera triste y convencional en un ícono vibrante de nuestra identidad caribeña”.
Desde sus inicios, Martín rompió moldes. Aunque diseñaba inicialmente para caballeros, fueron las damas compañeras de sus clientes masculinos quienes comenzaron a pedirle piezas exclusivas, impulsando su expansión hacia la moda femenina.
“Su creatividad era tan desbordante que no podía limitarse a un solo género”, dice Ana.
Su pasión lo llevó a presentaciones internacionales y a vestir a figuras de renombre, consolidándose como un verdadero embajador de la moda dominicana.
La tragedia ha dejado a Ana sumida en un duelo difícil de describir. “Estoy recogiendo los pedazos que quedan de mi alma”, confiesa con la serenidad que le permite su fe.
“He puesto mi esperanza en Dios, porque es la única manera de rendir tributo al gran amor que nos unió”.
Spring Color, un tributo a su legado
La viuda de Polanco agradece el homenaje póstumo que Marta Villar realizó a través del proyecto “Spring Color” en Rhode Island, donde tuvo la oportunidad de vestir una de las piezas que su esposo había preparado.
“Fue un homenaje bellísimo, lleno de la esencia de Martín”, expresa.
El legado del diseñador no se apaga. El equipo de trabajo que lo acompañó durante tantos años seguirá adelante con su visión.
“Conocemos su esencia, su chispa, su alegría. Queremos seguir complaciendo a los clientes que aman su estilo”, asegura Ana.
Para ella, mantener vivo el sueño de Martín también es una manera de sostenerse en medio del dolor.
“Él enfrentó la adversidad con dignidad siempre, y yo debo hacer lo mismo por él y por nuestra familia”.
Ana relata que su esposo nunca temió a los desafíos y que su capacidad de reinventarse lo hizo trascender.
“Martín se convirtió en una marca país. Aunque pasaba mucho tiempo entre Nueva York y República Dominicana, era profeta en su tierra y querido en el extranjero”. Para ella, esa combinación de autenticidad y alegría es lo que lo hizo único.
Ana tienen un profundo agradecimiento hacia quienes han mostrado solidaridad en este tiempo de angustia.
“Doy las gracias en nombre de mis hijos y de toda mi familia por todo el apoyo, el cariño y las oraciones”. Entre lágrimas, comparte un versículo que la sostiene: “Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, una ayuda segura en tiempos de angustia” (Salmos 46:1).
En cada frase, Ana deja ver la profundidad del amor que los unía. “Todos conocen nuestra historia: 37 años de velar por sus sueños y abandonar los míos para caminar juntos”, dice.
“Su mayor legado es su empatía, su labor altruista y su humanidad”.
Al recordar a Martín, Ana no oculta su orgullo y gratitud, “lo amé a través de los años con altos y bajos. En medio de la enfermedad, la distancia, cualquier obstáculo, nuestro amor fue más fuerte que la misma muerte. Mi Dios Jehová le dará la corona de la vida el día de la resurrección. Yo lo esperaré allí, con los brazos abiertos”.