La debida moral en la frontera

Debe ser bastante compleja la seguridad de la frontera, que al parecer depende sólo de la parte dominicana, ante el desplome de las instituciones, el orden público y la moral en la parte haitiana.
Esta situación debe ser agravada por la valoración de la parte dominicana como un salvavidas para muchos que en aquel país no encuentran sosiego en su día a día ni esperanza de una salida impulsada por sus autoridades.
Es posible que bandidos y gobernantes de aquel país tengan en común con los más pobres el mismo punto de vista sobre la parte dominicana: una válvula para sacar presión.
Según información oficial, la seguridad desde la desembocadura del río Masacre, en el Atlántico, hasta la salida al mar del río Pedernales, en el Caribe, corre por cuenta de unos 11 mil militares, que posiblemente están sometidos a rotación de manera periódica.
Llama, sin embargo la atención, la captura frecuente de algún miembro de las Fuerzas Armadas involucrado en el tráfico de personas o de mercancías.
Acerca de este hecho el jefe del Ejército, mayor general Jorge Iván Camino Pérez, considera que se trata de excepciones, y tal vez tenga razón, no sólo por los más de 370 kilómetros de la línea divisoria, sino por la gran cantidad de militares en labores de vigilancia.
Algunos posiblemente ven en su tiempo en esta parte del país, además del riesgo de su integridad, una oportunidad de tomar algo para sí en el gran río revuelto del país de los haitianos.
Raro que en un ambiente altamente militarizado trasciendan las informaciones sobre estos hechos que el alto oficial considera excepcionales.
La publicidad de estos casos es importante para la preservación de la moral de las tropas.
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