La cumbre en Santo Domingo

La cumbre en Santo Domingo

La cumbre en Santo Domingo

Víctor Féliz Solano

Hace ya dos días que ha concluido la XXXX Cumbre Iberoamericana y del Caribe de jefes de Estado y de Gobiernos y se siente aún la “resaca” en la capital dominicana.

Los habitantes de la urbe más importante del país no nos reponemos del todo del trauma causado por el caos del tránsito y la movilidad del cual fuimos dolientes directos todos los capitaleños, que de una u otra forma salimos diario a las calles a cumplir nuestras obligaciones.

Debemos ser justos en decir que el gobierno nacional hizo con tiempo ingentes esfuerzos para tratar de mitigar el impacto que este cónclave causaría sobre la cotidianidad en la vetusta Santo Domingo de Guzmán, sin embargo, no fueron suficientes.

Es de menester, por razones obvias, que se aproveche la visita a un país para realizar otras actividades al margen del motivo principal que los convoca, por lo que intuimos que no se conocían plenamente las distintas agendas paralelas que trajeron los jefes de Estado y sus delegaciones.

También hay que resaltar que por momentos colapsábamos y no se evidenciaba coordinación alguna entre las autoridades rectoras y los gestores de las directrices en el tráfico.

Es lógico que nuestro país sea sede de este tipo de eventos de manera periódica debido a nuestra ubicación estratégica y al impulso que se ha venido realizando desde el gobierno por años en convertirnos en una de las principales economías de la región.

Existe un compromiso supremo de todos nosotros de hacer quedar bien a nuestras autoridades poniendo de lado el calor de la política, pero caramba, ayúdennos a ayudar.

Los habitantes no podemos mostrar nuestro mejor rostro a los distinguidos visitantes debido a que cuando estas cosas suceden los organizadores de estos magnos eventos no nos toman en cuenta, pasamos a ser dueños del territorio a ciudadanos de segunda marginados y maltratados.

Debemos ir acelerando la construcción del tan esperado centro de convenciones para eventos, coordinar “horarios temporales” para la salida y entrada de servidores públicos y empleados privados, crear un modelo de compensación para aquellos comercios que se vean afectados por la disminución (casi a cero) de sus clientelas, habilitar rutas alternas para mayor fluidez de vehículos, así como de espacios para parqueos temporales, entre otras medidas no menos importantes.

Es propicia la ocasión para repensar lo que estamos haciendo referente al desarrollo urbano y ordenamiento del territorio de nuestra capital; la convertimos en un centro de comercio y turismo activo acorde a estas exigencias y normas, o la seguimos conduciendo hacia un desarrollo inmobiliario matizado por el desorden, la hostilidad y el mal vivir.

Tenemos todas las condiciones ambientales, geográficas, comerciales, históricas y culturales para ser el centro de convenciones del caribe, por tanto, sería un monumental aporte del gobierno dominicano tomar una decisión firme al respecto, garantizando con ésta, ingresos frescos, generación de empleos y la oportunidad de expansión del turismo de calidad.

*Por VÍctor Féliz Solano



El Día

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