Tal como habíamos señalado con anterioridad, la situación política en Haití va en franco deterioro y vemos como se multiplican las protestas violentas dirigidas por la oposición demandando la renuncia del presidente Michel Martelly.

La renuncia del primer ministro Laurent Lamothe, como consecuencia de la recomendación de una comisión creada por Martelly ante la crisis por no haber celebrado elecciones congresionales y municipales que debieron realizarse hace tres años, complica mucho más el panorama.

Martelly está políticamente muy disminuido y con poca base de sustentación, a tal nivel de que su principal respaldo es la Minustah, cuyo campo de acción está limitado a tareas policiales.

Eso plantea un panorama complicado para el Gobierno dominicano, que ha puesto muchas esperanzas en unas conversaciones binacionales con Haití que desde el otro lado de la isla era liderado justamente por Lamothe.

La crisis política en Haití tiene muchas posibilidades de desencadenar casi de inmediato en una crisis social, lo que obliga al Gobierno dominicano a tomar las previsiones de lugar, en especial por el delicado trance por el que atraviesa la situación migratoria.

En los últimos meses es innegable que ha habido un desbordamiento de la migración haitiana ilegal, la cual podría incrementarse por el difícil panorama político y social que vive Haití.

Toca al Gobierno dominicano tomar las previsiones para reducir el impacto negativo de las situaciones que se avecinan en esa nación.