Decía un histórico político español que uno de los factores que explican la estabilidad social dominicana y que ha impedido que caigan en el debilitamiento crónico de la institucionalidad del país es la capacidad de convivir.
Señalaba que los políticos dominicanos han sabido convivir en medio de las diferencias ideológicas y en la natural lucha por el poder. Los líderes, incluso, han logrado ser grandes amigos aunque en parcelas distintas.
Esa convivencia de los políticos ha permitido que el país crezca materialmente, que se haya ganado la admiración de otras naciones y el reconocimiento de la región.
Las veces que en la historia contemporánea se ha roto esa convivencia hemos caído en períodos de crisis profunda.
Hemos vivido dolorosos momentos como consecuencia de los odios entre líderes, de las persecuciones, de crímenes de Estado, de operación limpieza y siempre el resultado ha sido desastroso.
Afortunadamente los actuales líderes políticos son maestros de la convivencia, aunque tengan visiones distintas.
Como país tenemos el privilegio de contar con tres expresidentes en vida y un presidente, todos maestros de la convivencia y con grandes dotes de estadistas, que procuran alcanzar el bien común.
El empresariado ha disfrutado de un ambiente de estabilidad para desarrollar sus iniciativas y la población ha tenido la posibilidad de mejorar sus condiciones materiales, aunque aún se pueda avanzar más.
La convivencia política genera estabilidad social, la estabilidad social atrae inversiones, las inversiones generan riquezas y la riqueza permite mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.
Preservemos esa condición que observó aquel político español para que no se afecte la estabilidad social y económica que nos permiten el crecimiento económico y las mejoras materiales.
