La comunicación, pulmón vital para la comprensión

La comunicación no es un accesorio institucional ni un recurso técnico. Es el pulmón que oxigena la comprensión entre actores sociales, entre el Estado y la ciudadanía, entre lo público, lo privado y lo humano y cuando ese órgano se debilita por el silencio, la manipulación o la desinformación, la convivencia pacífica tiende a asfixiarse.
En una sociedad donde las políticas públicas impactan directamente a los ciudadanos, comunicar con transparencia es una forma de cuidado, de protección, de justicia y de respeto que implica explicar lo que se decide, escuchar a quienes resultaren afectados y rendir cuentas a todos.
No hay dudas de que las decisiones se acatan mejor cuando están antecedidas de un diálogo claro, porque la comprensión no se decreta, sino que se construye, para lo cual se requiere que la comunicación, comparada con el aire, fluya entre instituciones y ciudadanía, entre preguntas y respuestas, entre hechos y significados, alejados de las especulaciones, las versiones, las manipulaciones y los “a mí me dijeron”, el “yo escuché por ahí” o el “lo dijo fulano o mengano”.
Este símil de la comunicación como pulmón vital para la comprensión, como metáfora, no lo hago en forma casual. Es a propósito de los escarceos surgidos en torno a una supuesta intervención “de destrucción” en el emblemático Jardín Botánico Nacional, Rafael María Moscoso, para continuar las muy necesarias ampliaciones viales en zonas de Santo Domingo y del Distrito Nacional.
Pocos han visto el para qué, (cuál es el objetivo) pero muchos ya sufren el cómo (lo van a destruir), por lo que en patios, corrillos, calles y avenidas se escuchan voces que protestan, en medio del silencio y el desconocimiento casi total de lo que las autoridades se traen entre manos, aunque lo más probable es que se trata de un interesante proyecto de desarrollo, amigable con el medioambiente y los recursos naturales, la vegetación, los espacios libres y oxigenados. ¿Pero, y si no?…
En ocasiones, se anuncian medidas sin contexto, sin fundamentos, con palabras que oscurecen más de lo que aclaran, lo cual, lejos de fortalecer la democracia, la fragiliza y genera el desconocimiento a uno de los principios democráticos del que organismos nacionales e internacionales son apasionados defensores: “la transparencia y la rendición de cuentas son pilares del buen gobierno”.
En diversas oportunidades, el presidente Luis Abinader ha referido en forma puntual su compromiso “de rendir cuentas con honestidad y pensando siempre en el pueblo dominicano”.
Esa decisión reafirma el valor de la transparencia como principio de gobernanza y también conecta con la necesidad de comunicar con claridad, para servir con responsabilidad, que es lo que los designados en distintos cargos y puestos públicos deben garantizar.
La transparencia no solo es una aspiración moral es, además, una urgencia democrática, porque no se debe olvidar que la opacidad comunicativa se puede convertir en una sombra que puede debilitar el vínculo entre las instituciones y la sociedad, si algunos intentan ignorar que cuando una institución decide hablar claro, explicar sus decisiones, escuchar a los afectados y rendir cuentas, se abre un camino de legitimidad, participación y confianza.
El presidente Abinader da buenos ejemplos de que desde el Poder hay que hablar, hay que contar, hay que socializar más. ¿Por qué algunos de sus funcionarios no le siguen los pasos? ¿Cuál es el problema con eso? ¿A qué le temen?