Noruega, Irlanda y España acaban de anunciar su apoyo a la existencia de un Estado palestino, una decisión que sigue a la de 140 países que han respaldado la presencia permanente de Palestina en Naciones Unidas.
Este movimiento añade más presión sobre Israel, especialmente en un momento en que Estados Unidos, su tradicional aliado, le está presionando para acordar un alto al fuego en su conflicto con Hamas, que ha causado más de 35,700 muertos del lado palestino.
En América Latina, el presidente colombiano Gustavo Petro ha tomado la decisión de romper relaciones diplomáticas con Israel, anunciando, incluso, la apertura de una embajada colombiana en territorio palestino en un contexto en que el fiscal de la Corte Internacional de Justicia ha solicitado órdenes de arresto para Benjamín Netanyahu y líderes de Hamas por la situación de catástrofe en Gaza.
Es criticable, sin embargo, que en el marco de estas decisiones no se reconozca la reacción inicial de Israel frente al provocador ataque de Hamas a su territorio, que dejó unos 2,000 muertos, incluyendo niños degollados y mujeres violadas, así como más de 350 judíos tomados como rehenes.
Frente a este hecho consumado, la reacción de Israel estuvo justificada, pues ningún Estado puede tolerar una acción terrorista de tal magnitud sin responder en legítima defensa.
Los críticos de Israel ven el conflicto desde una óptica más humana, aunque salpicada de intereses y posiciones políticas, y sostienen que se ha extralimitado en su operación en Gaza, resultando en una catástrofe humanitaria con miles de civiles desplazados y numerosas víctimas inocentes, incluyendo niños. No obstante, es oportuno recordar que estos civiles viven en un territorio gobernado por Hamas.
Hamas es un grupo militante y político palestino que se originó en 1987 durante la Primera Intifada y es conocido por su resistencia armada contra Israel y su objetivo de establecer un Estado islámico en Palestina.
Hamas gobierna la Franja de Gaza desde 2007, recibe apoyo financiero, militar y logístico principalmente de Irán y otros países y organizaciones islámicas. Muchos países, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, consideran a Hamas como una organización terrorista debido a sus métodos y objetivos.
La dirigencia israelí ha decidido aniquilar a Hamas con la esperanza de traer tranquilidad a la región. Algunos expertos creen, incluso, que la desaparición de Hamas podría facilitar el diálogo entre la Autoridad Nacional Palestina (ANP) e Israel para alcanzar un acuerdo duradero.
Apenas la semana pasada, el ministro de Defensa de Israel solicitó públicamente al primer ministro considerar una alternativa palestina para gobernar Gaza una vez eliminado Hamas, que no podría ser otra que la Autoridad Nacional Palestina que gobierna Cisjordania.
Hay que recordar aquel acuerdo de paz patrocinado por el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, quien reunió al primer ministro israelí de la época, Isaac Rabin, y al líder palestino Yasser Arafat para firmar un acuerdo que pudo haber resultado en el establecimiento de los dos Estados.
Sin embargo, esta iniciativa no prosperó debido a la resistencia interna del lado palestino de grupos radicales que dificultaron la continuidad del diálogo.
Hamas tomó el control de Gaza en junio de 2007 tras un conflicto violento con Fatah, la facción dominante de la Autoridad Nacional Palestina.
Desde entonces, Gaza ha estado bajo el control de Hamas, mientras que Fatah administra partes de Cisjordania. Esta separación ha complicado aún más el panorama político y ha dificultado los esfuerzos de reconciliación y paz.
El conflicto en Gaza sigue captando la atención mundial debido a sus efectos devastadores sobre el pueblo palestino. Sin embargo, es esencial insistir en que el origen de esta crisis radica en las acciones de Hamas y hasta que no se logre una solución que garantice la estabilidad de la región, la paz duradera seguirá siendo un sueño.
La comunidad internacional no debe observar el conflicto desde una óptica interesada y reconocer la complejidad de la situación, trabajando hacia una solución que considere la seguridad y los derechos de todas las partes involucradas.