El optimismo de las autoridades de Medioambiente en relación con la cobertura boscosa del país es contagiosa. Uno de los viceministros que acompañaban ayer al ministro Paíno Henríquez en el Almuerzo de los Medios Comunicaciones Corripio mostró estadísticas alentadoras.
Según Jesús Elías González, de Recursos Costeros y Forestales, el país cuenta con una cobertura boscosa del 43 %, una cifra que puede resultar conservadora cuando la compara con la de por lo menos un órgano internacional.
Hemos de imaginar cuál era la realidad cuando aserraderos, ganadería y el denominado “conuquismo” campeaban por todas partes.
De mantenerse el avance en el plano forestal, una marcha paulatina desde el tiempo en que fueron prohibidos los aserraderos, hecho que data desde el año 1967 —en la primera de las tres administraciones consecutivas del presidente Joaquín Balaguer—, el reto sería conseguir el equilibrio entre corte y reposición, mantener la vigilancia de la actividad ganadera de montaña y establecer una red de acción temprana para el control de incendios.
Los planes de reforestación, que cuando son impulsados parecen materia propagandística, pueden mostrar sus resultados en el tiempo.
Es el caso de loma Novillero, en Villa Altagracia, un área que hoy día puede ser vista cubierta de árboles desde la autopista Duarte. Hace un par de décadas, antes de que fuera intervenida mediante el plan de reforestación Quisqueya Verde, era una loma pelada.
Algunas prácticas agrícolas pueden conllevar al mejoramiento de la cobertura boscosa, como pueden serlo las plantaciones de café, que en algunos casos incluyen la siembra de árboles que aportan sombra.
El cultivo de cacaotales también conlleva este acompañamiento con árboles de sombra.
Y como las autoridades de Medioambiente se muestran favorables al fomento de las fincas bioenergéticas, esta puede ser una modalidad de fomento con aporte de beneficios económicos.
La foresta y la actividad humana, en realidad, pueden convivir de forma equilibrada.
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