La chichigua verde

La chichigua verde

La chichigua verde

*Por: Luis R. Santos

La literatura dominicana siempre ha sido una cantera de voces que se alzan contra las injusticias y las desigualdades sociales, pero nos ha faltado incursionar de manera más firme y decidida en esa literatura que denuncia, ridiculiza y acosa al poder.

Se puede aducir que la literatura no tiene ideologías, que su función es divertir; sin embargo, esa visión tan ligada al espectáculo me parece muy reduccionista.

En sociedades como la nuestra, donde el poder político y económico actúan a sus anchas por la impunidad y por las carencias institucionales, la ficción debe alzar su voz para que al menos sirva de excepción a la regla de las componendas entre poderes.

«La chichigua verde» está incluido en la colección de cuentos titulada “El fabricador de presidentes”, y hace alusión directa a Joao Santana, quien tiene la encomienda de fabricar un presidente;es el hombre que cuando era candidato tenía el mote de El Estratega, y quien al final resultó tan mal estratega que hundió moralmente a la sociedad. Esta colección de cuentos de denuncias y recriminaciones contra el poder, recién destronado, inaugura lo que el autor ha denominado Narrativa de la Corrupción.

«La chichigua verde»es una metáfora sobre la sociedad dominicana contemporánea. El personaje,Juan Pérez, que representa al pueblo junto a su esposa Libertad y a su nieto Darwin, de repente despierta de un letargo, de un sueño, de un embobamiento. Se da cuenta de que esa chichiguita que es la sociedad dominicana ha sido privada de volar en libertad, en el aire puro, por la acción de un grupo de facinerosos que, en su maldad infinita, llegan al extremo de represar el aire y secuestrar la clorofila de los árboles.

Después de despertar de su pesadilla, Juan Pérez, Libertad y Darwin se proponen poner en órbita de nuevo la dignidad usurpada, conculcada por los políticos que habían sido capaces de cometer todo tipo de tropelías para que la sociedad-chichigua no levantara vuelo.

En su trama, es evidente que el autor tiene la intención de despertar conciencias, de hacer reflexionar a la sociedad sobre la necesidad de enderezar el retorcido rumbo de nuestro país.

En un pasaje del cuento hace alusión a los últimos tres partidos que nos han gobernado en los últimos veinte años. Así, en la página 64, leemos: «Una vez desenredada la cola salieron a relucir tres grandes manchas. La primera estaba en la parte de más abajo y era roja; ese color lo tenía en el lado donde estuvo pisada por una de las cruces. Esa cruz es la que una vez tuvo el tío asesinado por el gobierno tiránico de los doce años. Cuando décadas después todavía esa herida sangraba porque fueron demasiado los ultimados por oponérsele y todo quedó oculto entre la impunidad. La segunda mancha era blanca, y se destacaba en el medio de la cola; se la proporcionó la cruz que tenía la tumba de la tía que mataron en esa poblada en donde la gente se lanzó a la calle a protestar porque al pueblo le habían robado la esperanza de una vida mejor. La tercera mancha, la mayor de todas, era morada; le vino de la cruz que una vez estuvo sobre la tumba de un tío de su mujer. El viejo murió de rabia al ver que sus hijos, cuando fueron funcionarios del gobierno, se apartaron de las enseñanzas que él les dio y tomaron el rumbo del enriquecimiento ilícito.»

Tal y como expresara Avelino Stanley en el acto de presentación de «El fabricador de presidentes», es necesario que más voces narrativas se sumen a la corriente que echa sal y limón a la llaga de la desvergüenza del poder político. Debemos decirles: está bien, sigan cometiendo sus truhanerías, pero sepan que estamos atentos, vigilantes, y el dedo acusador de la ficción los señalará por siempre.

*El autor es novelista.



El Día

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