Lo bueno de la campaña electoral ha salido a la luz con el paso de la tormenta Franklin. Por todas partes saltaba un “aspirante”, algunos bajo la lluvia, con una gran sonrisa, o un partido dispuesto a hacer algo para mostrar su disposición a la asistencia en caso de desastres, para hacerse ver o para mantenerse en las redes sociales en estos días de dura competencia por las nominaciones a puestos como los de diputado, senador, presidente, regidor o alcalde.
Quedarse encerrado en casa en una circunstancia en la que el Gobierno no podía recogerse, era un contrasentido.
Y lo peor
Pero el deber no ha terminado con el paso de la tormenta. Ahora hay que mantenerse donde los electores vean la solidaridad.
Y en este punto se recogen quejas por lo difícil que le resulta a algunos competir con los recursos y la ubicuidad del Gobierno, capaz de estar presente en muchos puntos a la vez y de hacer, no sólo prometer. Es, en realidad un desafío si se piensa que en este momento no hay candidaturas, por lo menos al nivel más extendido, que es el de los municipios y que la competencia puede ser muy fuerte.