La Biblia inicia y el libre albedrío

La Biblia inicia y el libre albedrío

La Biblia inicia y el libre albedrío

Como está de moda el tema de la ley sobre la lectura de la Biblia en las escuelas haré una breve reflexión.

Una diputada de La Romana propuso una resolución para “ordenar” que se cumpliera una ley del año 2000 que dispone la lectura de la Biblia en los centros educativos durante el acto a la bandera.

La legislación de referencia, entre otras cosas, manda a que las personas que darán esa instrucción bíblica sean escogidas por la Conferencia del Episcopado Dominicano y el Consejo de Unidad Evangélica (Codue).

El Codue representa a una parte de los evangélicos, pues hay otra asociación que se llama Mesa del Diálogo Evangélico, además de que los mormones y los testigos de Jehová no están en ninguna de ellas.

Pregúntense cómo se decidirá que en una escuela estará un católico señalado por la Conferencia del Episcopado o un evangélico puesto por el Codue.

Recuerden que la Biblia protestante es diferente a la católica: ¿cuál Biblia se usará? ¿Cómo se decidirá la “división de las escuelas” entre la Conferencia del Episcopado y el Codue?

Luego de que se respondan esas preguntas iniciales vayan a la Biblia misma.

Recordemos que el libro sagrado de los cristianos inicia con la creación, y la primera cualidad que según ese relato Dios le concedió al hombre y a la mujer fue el “libre albedrío”, condición consustancial a la condición humana.

Ahora vayamos a la Constitución. Allí encontraremos que se establece la libertad de cultos como un derecho fundamental, por lo que el Estado no puede imponer ninguna praxis religiosa.

Eso no implica una negación a que nuestra tradición y fundación como nación estén inspiradas en valores cristianos, católicos para ser más precisos.

Esa libertad de culto implica que por ley no se puede disponer leer ningún libro propio de una religión, como tampoco se puede prohibir.

Si aceptamos que por ley se puede mandar a leer la Biblia, estamos reconociéndole la facultad de que también pueda prohibirlo.

Ambos casos serían inconstitucionales.

Por ley no se ordena ni siquiera leer libros de textos específicos. El Consejo Nacional de Educación aprueba un abanico de opciones de textos que estén acorde al currículum en cuestión.

Las escuelas regentadas por religiosos tienen la posibilidad de agregar una asignatura que llaman “formación humana integral y religiosa”, pero tampoco es obligado que la tengan.

La familia y la escuela tienen que actuar aliadas para difundir valores que son comunes como nación y que nos permitirían la construcción una mejor sociedad, pero la instrucción religiosa es del ámbito familiar.
Este debate, anacrónico, me recuerda que “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”.



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