La bendición de compartir

La bendición de compartir

La bendición de compartir

Altagracia Suriel

En relación con la provisión y el sustento, cuando oramos el padrenuestro pedimos siempre a Dios como Jesús nos enseñó: ‘‘Danos hoy nuestro pan de cada día’’. (Mt 6,11). Pero lo que el Señor nos da no es para el disfrute exclusivo de nosotros. Tenemos la obligación de compartir con los que más necesitan incluso cuando no tenemos lo suficiente. Del compartir vienen la bendición de Dios, el milagro y la alegría.

El ejemplo de la viuda de Sarepta nos recuerda que cuando damos desinteresadamente sobreabundan las bendiciones de Dios en nuestras vidas. Por mandato de Dios, el profeta Elías, en tiempos de hambruna, buscó sustento alimentario en una viuda pobre que se desprendió de lo que tenía para alimentarse ella y su hijo.

Compartió lo único que tenía pero su acción le trajo bendición y abundancia como lo dice en Reyes 17: 15-16: “Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días.

Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías”.

La misma historia de la viuda de Sarepta nos enseña que el compartir abre las puertas a los milagros en nuestras vidas. Ella alimentó a Elías y el profeta fue el instrumento de intercesión ante Dios para la resurrección de su hijo que había muerto como vemos en Reyes 17: 22-24: “Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió.

Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: —mira, tu hijo vive. Entonces la mujer dijo a Elías: —ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca”.

El compartir genera una alegría verdadera que nace del corazón. En Hechos 20:35 se nos recuerda que Jesús decía que “hay mayor alegría en dar que en recibir·”; como dice el papa Francisco, “nos privamos de los bienes y recibimos en cambio el gozo del verdadero bien; nos liberamos de la esclavitud de las cosas y ganamos la libertad del servicio por amor; renunciamos a poseer y conseguimos la alegría de dar”.