Aún el país no ha entrado en la parte más dura del proceso electivo y la Junta Central Electoral está mostrando una preocupante incapacidad de hacer cumplir las normas.
Incluso parece resignada a ser una simple espectadora ante las violaciones descaradas a las leyes Electoral y la de Partidos Políticos.
La primera muestra de su incapacidad se produjo con la elección del candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana en un proceso interno muy fuera de los tiempos que dictan las disposiciones legales. La Junta incluso en cierta medida fue parte de ese proceso.
Hoy tenemos caravanas, mano a mano, bandereos, concentraciones, vallas propias de una campaña electoral al margen de que la ley lo prohíbe para este tiempo.
Solo basta con un ejercicio semántico y ponerle nombre distinto, aunque la actividad sea propia de campaña. Todos esos procesos propios de campaña han sido disfrazados con nombres como ‘consultas’, ‘crecimiento’ o ‘desfiles’, pero de lo que se trata realmente es de elección de candidatos, mítines, caravanas, mano a mano y otros actos propios del proselitismo.
Lo preocupante es lo temprano en el proceso que la Junta Central Electoral ha dado muestra de su incapacidad para hacer cumplir las normas o imponer su autoridad.
Las violaciones que hoy vemos y hasta se toleran pueden crecer y llegar a niveles peligrosos a medida que se acerque el proceso electoral, con el agravante de que entonces el órgano rector habrá perdido autoridad.
