Hay amistades que te cambian la vida. Esas personas que no sólo sirven de ejemplo, sino que siempre están presentes de una manera que no se puede medir porque es silente, constante y sin pedir nada a cambio.
Esas son las personas que se llaman vitamina, porque son capaces de insuflar en tu ser aquello que necesitas, muchas veces sin tú saberlo.
La amistad es algo no solo necesario, es lo que te complementa en muchos aspectos. Y no hablo de conocidos, eso es fácil, conocer y tratar a alguien en un momento específico nutre tu bagaje emocional.
Me refiero a esas personas que llegan a tu universo para brillar de una manera única, que son capaces de guiarte, de estar ahí simplemente sin ninguna otra intención. Esas personas hay que cuidarlas, valorarlas y recordarles lo mucho que significan para ti porque no son fáciles de encontrar.
Cuando pasas por momentos felices, dicen presente y celebran, cuando no son tan dichosos, dicen presente y te consuelan, te dan la mano para que sepas que no estás solo, muchas veces hasta en silencio porque quizá no necesitas saber qué hacer, simplemente alguien que esté contigo mientras encuentras las respuestas.
No es alguien que quiera el control, que te diga qué hacer, es alguien que conecte contigo, que sienta contigo y sea capaz de transmitirte la fuerza suficiente para seguir adelante.
Tengo varias personas así en mi vida y quiero agradecérselo, porque nada se debe dar por supuesto, y siempre es importante decir las cosas, porque de la misma manera que espero que siempre estén a mi lado, quiero que sepan que yo lo estaré.
Y no hay nada más maravilloso que esa amistad sincera, profunda, tener a alguien que te mira a los ojos y las lágrimas se convierten en sonrisas.