Minnesota.- Karl-Anthony Towns subió a su vehículo después de una práctica en agosto, menos de seis semanas antes de emprender su primera temporada en la NBA.
Cuando empezó a manejar, recibió una alerta en su teléfono celular anunciando la muerte de Darry Dawkins, una leyenda del básquetbol.
El ex basquetbolista era apodado “Chocolate Thunder” o “Dr. Dunkenstein” por sus espectaculares clavadas en su época como jugador con los 76ers de Filadelfia.
Pero Towns lo conocía como el tío Darryl. Dawkins y el padre de Towns, Karl, fueron amigos durante 20 años. Así que Karl-Anthony pasó muchos domingos en asados en la casa de Dawkins, donde el ex jugador ayudó al muchacho de ascendencia dominicana a desarrollar su juego y su sentido del humor.
“Me llamó desde su auto y me preguntó, `¿papá, sí o no?”’, recordó Karl Towns. “Le dije, `Karl, el tío Darryl acaba de morir”’.
“Casi choco”, relato Karl-Anthony Towns sobre esa conversación con su padre. “No tenía idea. Llamé a mi papá y me dijo, `sí, me avisaron esta mañana”’.
Esa fue la primera de dos pérdidas importantes para Towns en los meses previos a su primera temporada en la liga.
Pocos días antes de iniciar la campaña, Flip Saunders, el presidente y entrenador de los Timberwolves de Minnesota que seleccionó a Towns con el primer turno en el draft de junio, murió de cáncer.
Antes que Towns empezara la que terminó siendo una de las mejores temporadas para un novato en décadas, antes de que pudiese asociarse con Andrew Wiggins, Zach LaVine y Ricky Rubio para dar esperanzas a un equipo que lleva más de una década estancada, era apenas un muchacho de 19 años que intentaba reconciliar la emoción de lograr su sueño de jugar en la NBA con la desolación por haber perdido a dos figuras que fueron fundamentales en su desarrollo como basquetbolista.
“Fue difícil perder a una persona que estuvo conmigo en mi desarrollo y que me enseñó tantas cosas como mi tío Darryl, y perder a una persona que me dio mi sueño de jugar en la NBA como Flip”, dijo Karl-Anthony Towns.
“Pero ambos contribuyeron a la forma en que he jugado este año. Me han ayudado aunque ya no estén aquí”. Quizás siempre hubiese sido así de bueno.
Quizás era su destino convertirse en el prototipo del gigante moderno de la NBA —un jugador polifacético en defensa y ataque, que puede tirar de tres, correr en los contragolpes, proteger la zona de la pintura y defender en el perímetro cuando tiene que alternar en un pick and roll.
Pero la motivación fue aún mayor para honrar el legado de su tío Darryl, y confirmar que Saunders tomó la decisión correcta al elegir al pivote de la universidad de Kentucky con el primer turno en vez de otros jugadores universitarios de igual renombre.
“Es bastante duro para un muchacho de 19 años perder a alguien que quieres tanto y que consideras como parte de tu familia, y después perder a otra persona”, señaló Karl Towns.
“Pero él lidió con eso. Le dedicó la temporada a dos personas que él idolatraba y respetaba”. Towns ha tenido una temporada de novato memorable.
Ningún jugador ha tenido promedios de 18,2 puntos, 10,5 rebotes y 1,7 tapones en su primer año desde Shaquille O’Neal en 1993.
Su calificación de eficiencia de 22,4 es la más alta para un novato desde Tim Duncan en 1997-98, y tiene el premio al Novato del Año asegurado, probablemente por votación unánime.
Y eso no es todo. Towns también debe ser considerado para ser elegido al equipo ideal de la NBA. Sólo Andre Drummond y DeAndre Jordan han atrapado más rebotes que Towns esta temporada.
Es sexto en tapones totales (133), octavo en eficacia en tiros de campo (.540) y antes del partido del sábado en Portland sumaba 14 doble-doble (puntos y rebotes) consecutivos, la racha más larga esta temporada en la NBA.
“Llegará hasta el Salón de la Fama”, dijo el astro de Oklahoma City, Kevin Durant. Sin embargo, Towns todavía no está satisfecho.
Los Timberwolves han ganado apenas 27 partidos, una gran mejoría de los 16 triunfos de la temporada pasada, pero de todas formas lejos de los playoffs. Y el muchacho hijo de un padre estadounidense y madre dominicana siempre buscará la forma de mejorar.
“Estoy en busca del juego perfecto”, señaló. “Soy como un adicto. Tengo una adicción a este deporte, una adicción a ser perfecto”.