Desde el inicio del Movimiento Verde me sentí muy optimista, porque estaba preocupado por la inercia de una parte importante de la sociedad civil no partidaria y de la juventud.
Necesitamos una juventud creativa, innovadora, comprometida.
Y vi que ese Movimiento era importante para el fortalecimiento de la sociedad dominicana en el orden económico, político y social.
Dije que a veces las sociedades necesitan de un movimiento telúrico para arrancar de cuajo muchas de las lacras sociales que nos arropan, y una de ellas es la corrupción.
Pero al mismo tiempo señalé que me preocupaba -y eso lo decía por experiencia propia- que sectores que querían pescar en río revuelto contaminaran con posiciones politiqueras y partidistas un Movimiento que nació sano.
La experiencia de tantos años de lucha me dice que los movimientos que se preservan de esa contaminación son los que más resultados han tenido en las luchas sociales en nuestro país. Por eso, para mí, preservarlo de esa contaminación es fundamental.
Me preocupaba también otro aspecto que he vivido en carne propia: que algunos sectores sufren de creer que lo que está en su cabeza corresponde con toda la realidad social del país y por eso decía que hay que oír los ruidos de los que se manifiestan y los silencios de aquellos que piensan de otra manera, si queremos construir una sociedad mejor.
En los últimos días, lamentablemente, siento que mi preocupación era válida. Veo con angustia, si se quiere, cómo se ha estado desviando la visión inicial de ese proyecto hasta convertirse en un Movimiento cuyo objetivo fundamental ha derivado en combatir al Gobierno.
Pero lo que es más preocupante -y creo que es hora de llamar la atención- es que muchos de aquellos que pueden ser señalados como corruptos de todos los espectros políticos y económicos estén maniobrando desde adentro para que la atención se desvíe hacia otro objetivo.
Ese objetivo es Danilo Medina, quien por demás, entiendo, no se merece el tratamiento que se le está dando de parte de sectores que han proclamado históricamente su apartidarismo.
Me preocupa, pues, que sectores dentro del Movimiento se presten precisamente a encaminar acciones que a la larga lo que buscan es mantener la impunidad, en procura de que no se les lleve a ellos al banquillo de los acusados como se merecen.
Muchos verdes todavía tienen ideas sanas, pero hay muchos teñidos de verde que están atentando contra el propio Movimiento y alejando gente ubicada en todos los sectores políticos que estaría dispuesta a apoyarlos.
Un movimiento social de esa naturaleza debe proponerse sumar voluntades, no restar.
En nuestro Gobierno hay mucha gente seria y buena. Creo además que en paralelo a la lucha contra la impunidad, hay que combatir la intolerancia. Mucha gente apoya las buenas iniciativas del Gobierno.
Me siento orgulloso de haber trabajado para mejorar las condiciones de vida de la gente y apoyar un programa de desarrollo sostenible, a escala humana, como el que impulsa el presidente Medina.
He mostrado insatisfacción cuando las cosas no caminan a la velocidad debida y siempre he mantenido coherencia en todas mis actividades y pronunciamientos, en cualquier espacio adonde he tenido que actuar.
Participo con entusiasmo en este Gobierno y apoyo las cosas positivas que está haciendo, pero siempre manteniendo esa coherencia, al punto de que muchas veces he dicho que mi cabeza no la dejé en las puertas del Palacio, pero tampoco la he dejado en la de Participación Ciudadana, organización de la que soy fundador.
Me excluí de la vida activa de PC porque mis valores éticos me impedían, siendo parte de un Gobierno y de un proyecto político, inmiscuirme en sus actividades.
He visto, también con preocupación, cómo pasado el tiempo la organización que ayudé a construir y de la que fui uno de sus principales líderes, ha ido deslizándose por el peligroso camino del partidismo, del clientelismo y de la intolerancia.
Y tengo pruebas de que muchas veces, cuando nos acusaban de eso, aun estando en el Gobierno, salí a defender la organización y a sus dirigentes cada vez que entendía que estaban siendo atacados sin justificación.
Por eso me siento con la autoridad moral para llamar la atención sobre lo que está pasando en este momento.
Compañeros, no creo que esta carta pueda hacerles cambiar y no pretendo hacerlo. Pero sí quiero dejar claro que entiendo que es una burda manipulación que se estén utilizando extractos de mi libro “Relatos de la vida de un desmemoriado”, conscientemente sacados de contexto para tratar de sustentar una denuncia penal cuando menos temeraria.
En el capítulo de mi libro titulado “Mi identidad con Danilo”, que les anexo subrayando algunos párrafos de las páginas 127 y 128, está bien estructurada mi visión fundamentada en una posición de principios y coherente con mi vida.
Manipular esa concepción, que expresé responsablemente, de la forma en que lo han hecho muchas cotorras repetidoras de excrecencias malvadas que me honran cada vez que maldicen mi nombre, es para mí un acto de deslealtad hacia mi persona, lo que francamente me decepciona profundamente.
*Por Antonio Isa Conde