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La jugada haitiana que crea tensión a los líderes nacionales

Emiliano Reyes Espejo Por Emiliano Reyes Espejo
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📷 Emiliano Reyes Espejo.

ere.prensa@gmail.com

Hemos estado pensando sobre esta increíble realidad: ¿Nos ganan los haitianos con sus movimientos estratégicos? ¿Nos han llevado a que nos ocupemos de su crisis y descuidar la realidad de los dominicanos?

Los movimientos de fichas de los estrategas y del liderazgo haitiano, su diplomacia y sus adláteres internacionales han logrado otra vez imponer Haití en el centro de las discusiones de la geopolítica regional, en desmedro, en menoscabo de la imagen, la seguridad y la estabilidad económica de República Dominicana.

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Los últimos movimientos de los haitianos, incluyendo a sus líderes y sus autofinanciadas bandas terroristas, han puesto nerviosos a nuestros líderes más prominentes y nos han colocado en el juego de su tablero, el cual tiene como soporte de la victimización, de su lado, y la desestabilización, en la parte dominicana.

La reciente reunión de urgencia que realizó el presidente Luis Abinader   con los ex presidentes Leonel Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejía en la sede del Ministerio de Defensa, que algunos bautizan como “la reunión de los cuatro”, constituye una prueba fehaciente de esa jugada que podría garantizar el triunfo estratégico de los haitianos.

¿Fue acaso esa reunión producto del nerviosismo de nuestro más prominente liderazgo político?

La agenda principal de la conversación en este histórico encuentro fue Haití, lo cual, si se observa bien desde una óptica diferente a la tradicional, constituyó un triunfo de los propósitos políticos del vecino Estado.

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Este señalamiento podrá verse como una paradoja, pero no lo es. Una visión tranquila de la reunión de estos connotados líderes dominicanos apunta –aunque parezca increíble- hacia un logro estratégico haitiano: consiguieron los vecinos, por ejemplo, que el más trascendente encuentro del liderazgo nacional que haya acontecido en los últimos años de la historia política del país, se realice, no para discutir un plan nacional de desarrollo, sino que ocurrió para tratar sobre una solución a la crisis haitiana.

O sea, nuestros líderes gastan, malversan su energía política para ocuparse de Haití. ¿Y cuándo estos líderes mostrarán esas mismas disposiciones para dialogar sobre un plan básico de desarrollo nacional que contemple planes, programas y temas, cuya realización se proyecte a 50 años y que trascienden las meras propuestas populistas y a los gobiernos de turno?

Los haitianos se sotorríen

Y mientras estos líderes se rompen la cabeza para hurgar soluciones a los problemas de Haití, los dirigentes de ese país se sotorríen, convencidos de nuestra ligereza estratégica. No nos damos cuenta de que ese liderazgo irresponsable, pugnaz y hostil haitiano se frota las manos porque ellos logran alcanzar sus objetivos “no visibles”, que es dañar nuestra imagen como nación, al tiempo que nos mantienen ocupados con sus problemas, en tanto descuidamos los nuestros.

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La nación se mantuvo en vilo. Es natural. Cada dominicano quería saber qué saldría de dicha “cumbre de los cuatro” que pueda servirnos para librarnos de la incertidumbre que crea en nuestro territorio la inmigración incontrolada e ilegal, provocada por la crisis de Haití.

En este encuentro se ratificó la tesis de que no existe “una solución a la crisis de Haití en República Dominicana”. Muy bien, esa es la posición correcta y debemos sostenerla “a sangre y fuego” y por encima de las presiones, calumnias y amenazas que puedan venirnos. Pero ya ratificado ese planteamiento ¿qué hacer para que Haití no nos siga transfiriendo su crisis?

¿Qué se escondió en la cumbre?

Respecto al encuentro, una buena parte de la población cree que se trató algo esencial que no ha trascendido y parece que tiene que ver con la soberanía nacional. ¿Está en marcha algún plan o movimiento en el exterior que pueda afectar nuestra integridad territorial? El tiempo dirá.

No podemos desdeñar que a partir del anuncio de la existencia de “las tierras raras” en el territorio dominicano, comenzamos a ser más apetecibles para oscuros intereses nacionales y extranjeros.

En tanto, reitero la sugerencia que hice en una oportunidad, en el sentido de que el Estado cree un Consejo de Expertos que realice estudios permanentes sobre el curso de la realidad de Haití (crisis de gobernabilidad, economía, diplomacia, migración haitiana hacia diferentes países, etc.) y que fruto de esas investigaciones estos estudiosos hagan propuestas políticas de Estado, sin importar gobiernos, que nos permitan adelantarnos hasta con diez años  de anticipación a los   estallidos de los problemas en Haití.

En cuanto a la seguridad de la zona fronteriza, hemos sugerido humildemente la adopción de políticas dirigidas a lograr un desarrollo integral de esa región, lo cual incluiría:

-Crear y aplicar una “ley de repoblación de las provincias de la zona fronteriza”. Para nadie es un secreto que esta zona del país se está despoblando de manera preocupante y que eso implica la ocupación de estas comunidades por parte de los vecinos. Dicho texto podría contemplar, entre otras medidas, la entrega de “un bono de incentivo poblacional de RD$15.000 pesos” o más para “cada familia que viva en la frontera” y que procree seis hijos dominicanos.

-Replantear la industrialización de la frontera con incentivos que hagan más atractivas las inversiones. Esto debe ir acompañado de un plan de desarrollo que contemple construir 30 mil viviendas, supercarreteras que conecten la industria con puertos de exportación, megaproyectos de plantas solares y eólica, escuelas, centros culturales, etc.

-Impulsar, además, políticas de desarrollo agroindustrial y crear las condiciones para que surja en la región una vigorosa clase media nacionalista, de sólida raigambre nacional, para que sirva de muro de contención a una inminente penetración y transculturación de la frontera.

-Plantear el servicio militar obligatorio para jóvenes fronterizos. Impulsar asentamientos agrarios para beneficio de la juventud rural fronteriza.

-Hemos planteado también la instalación de comedores económicos que sirvan alimentos de calidad a los soldados apostados en la franja fronteriza.

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