Cuando tuve mi primera menstruación, a eso de los 10 años, a mi papá se le llenaron los ojos de lágrimas y me dijo: «Ahora te hiciste señorita».
En ese momento pensé… ¿cómo podía convertirme en algo que ya era? ¿O hasta ese momento yo había sido otra cosa y no lo sabía? ¿Qué era entonces, un hipopótamo?
¿Y qué tenía que ver esa sangre roja y ese dolor en la panza con «hacerme señorita»? Y lo más básico de todo… ¿por qué mi papá no dijo la palabra menstruación?
Ahí aprendí que menstruación era una palabra tabú. Y que había muchas otras formas para referirse a ella como «vino Andrés», «estoy en esos días» o «indispuesta», por nombrar algunos.
De hecho, en el mundo hay al menos 5.000 maneras diferentes de referirse a la menstruación sin nombrarla, según una encuesta mundial realizada por la aplicación de salud femenina Clue.
Y en el español de América Latina hay al menos una veintena.
Cada mes hay que menstruar pero se debe hacer como si no lo hicieras».
En BBC Mundo nos preguntamos: ¿por qué hay tantas palabras para referirse a la menstruación?
Y ¿qué esconden en realidad estos eufemismos?
Una palabra tabú y la vergüenza
La palabra menstruación proviene del latín menstruus (menstruo) y la Real Academia Española (RAE) la define como «sangre procedente de la matriz que todos los meses evacuan naturalmente las mujeres y las hembras de ciertos animales».
Mientras que «menstruo deriva de la palabra latina menses (mes, ciclo lunar, lunación) y se vincula al carácter cíclico de la Luna porque se produce aproximadamente cada 28 días, en correspondencia con la duración del período lunar y a la regularidad mensual de ambos ciclos», detalla el libro «Cosas de Mujeres», de la psicóloga experta en género Eugenia Tarzibachi.
Pero más allá de su definición y etimología, la palabra menstruación carga con una profunda contradicción: es sinónimo de fertilidad pero también de vergüenza.
«La menstruación está muy relacionada con el proceso reproductivo, como la preparación para la maternidad, pero ese nido que está esperando algo que no ocurrió, esa sangre que queda, es un desecho. Entonces es algo repulsivo, asqueroso, vergonzante y sucio», le dice Tarzibachi a BBC Mundo.
«Estas son dos dimensiones íntimamente relacionadas«, remarca.
Pero ¿por qué existe esa vergüenza?
«Una respuesta general es que el cuerpo masculino (el que no menstrúa) es el que ha sido el eje de medidas de muchas cosas, de cómo funciona el organismo normalmente y de cómo la menstruación entonces sería considerada como una patología», analiza Tarzibachi.
La vergüenza sobe la menstruación es «la correspondencia de un tabú social» que estuvo y sigue estando presente, señala la experta en género.
La menstruación es la única sangre que no nace de la violencia y es la que más asco te da».
Entonces, cada mes hay que menstruar, pero se debe hacer como si no sucediera.
Tarzibachi habla así de los «microgestos» de la vergüenza.
«No solo se trata de no poder llamar a las cosas por su nombre, sino también de (la vergüenza de) tener que pedir públicamente una toallita o un tampón, o tener que llevarlo de manera escondida al baño para cambiarse», enumera.
«Todos estos ‘microgestos’ de vergüenza todavía existen y hablan de un tabú que ha calado muy hondo en las mujeres«, analiza.
El origen del estigma
La relación entre la menstruación y la impureza no es nueva.
Incluso hay pasajes sobre el período femenino en los libros religiosos milenarios como el Corán y la Biblia.
«Es dañina, así que manténganse alejados de las esposas durante la menstruación. Y no se acerquen a ellas hasta que estén puras» (Corán 2:222).
Y «cuando a una mujer le llegue su menstruación, quedará impura durante siete días. Todo el que la toque quedará impuro hasta el anochecer» (Levítico 15, Biblia).
El estigma de la menstruación aparece repetidamente en diferentes culturas y geografías de todos los tiempos.
«De oriente a occidente encontramos muchísimos ejemplos de que esto ocurre. Hay situaciones gravísimas donde las niñas y las mujeres siguen muriendo porque los días de menstruación tienen que estar recluidas en una suerte de chozas en condiciones paupérrimas de higiene», menciona Tarzibachi.
La especialista hace referencia a casos como el de Roshani Tiruwa, una joven de 15 años de Nepal que murió asfixiada en diciembre de 2016, luego de que encendiera una fogata en una choza de piedra y barro en la que estaba recluida porque estaba menstruando.
«Esto es un poco la respuesta no solo a la pobreza sino también al tabú. (Por eso) hablar de un tabú que ya acabó hoy es demasiado», analiza.
Sin embargo, el origen y el porqué de esa vergüenza es algo en lo que los entendidos en el tema aún no se ponen de acuerdo.
Según una exhaustiva investigación de la app Clue, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, dijo que era por el miedo del ser humano a la sangre.
Mientras que el antropólogo estadounidense Allan Court argumentó en 1963 que el tabú comenzó, en parte, porque los primeros humanos descubrieron que la sangre menstrual estaba sucia.
En 1972, la antropóloga australiana Shirley Lindenbaum teorizó que el tabú es una forma de control natural de la población, que limita el contacto sexual con el estigma de «contaminación».
Y el historiador Robert S. McElvaine creó el término síndrome no menstrual (SNM) en el año 2000 para describir la «envidia reproductiva» que habría llevado a los hombres a estigmatizar la menstruación y dominar socialmente a las mujeres como compensación psicológica por lo que ellos no pueden hacer biológicamente.
Cabe mencionar que también hay excepciones: sociedades o culturas que consideraban o ven a la menstruación como algo poderoso y sagrado.
Pero esta visión positiva está claramente en minoría.
Los eufemismos
Esa vergüenza que genera el cuerpo que menstrúa también se traslada a la lengua, porque la menstruación también hay que disimularla con la palabra.
Entonces aparecen los eufemismos, «esa manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante», dice la RAE.
«Juana la colorada», en Colombia; «me cantó el gallo», en Puerto Rico; «me vino la que te conté», en Venezuela»; y «Andrés (el que viene una vez por mes)«, en Argentina son algunos de los ejemplos que se utilizan en América Latina para evitar decir menstruación.
También están «la regla», «la prima roja», «pancho», «cosas de chicas»… y muchos más.
Y tú, ¿Cómo le dices? Cuéntanos en este post.
- La prima roja
- Pancho
- La Luna
- Andrés (el que viene una vez por mes)
- La monstruación
- Cosas de niñas/chicas
- Descongelar el bistec
- Caperucita roja
- Indispuesta
- La regla
- Estar del tomate
- Tus diablos
- Estar «mala/sonada»
- La colorada
- Me bajó/me vino
- Mestru
- Semáforo rojo
- Chapulín colorado
- El vampiro
- Huele a pescado
- Estoy en esos días
- Juana la Colorada
- Me cantó el gallo
- Me vino la que te conté
Fuente: «Cosas de Mujeres» y Clue
La aplicación Clue recopiló una veintena de eufemismos en español en una encuesta global supervisada por la Coalición Internacional de la Salud de la Mujer (IWHC, por sus siglas en inglés) entre 90.000 mujeres en 190 países diferentes.
«Cuando hablamos con metáforas y expresiones crípticas, perpetuamos el tabú en torno a la menstruación e implicamos que es un tema que da vergüenza tratar», advierte sin embargo Amanda Shea, directora de Ciencia de Clue.
«Cuando realizamos esta investigación recibimos miles de ejemplos diferentes de eufemismos en una gran cantidad de idiomas, lo que confirma que se trata de un tema muy global», dice.
La encuesta reveló más de 5.000 eufemismos diferentes para menstruación en 10 idiomas distintos. Y a nivel mundial, el 78% de los participantes reconoció usar eufemismos cuando se habla de menstruación.
Las participantes de Francia y China fueron quienes aseguraron que usan con mayor frecuencia otras palabras para referirse al período menstrual (91%), seguidos de Dinamarca (86%).
Por el contrario, con solo el 50%, las participantes costarricenses dijeron haber escuchado o usado eufemismos, seguidas de las holandesas (54%) y españolas (53%).
«Más de la mitad de los participantes de América Latina confirmaron que se utilizan tabúes para hablar de la menstruación, lo que demuestra lo endémico del problema en esta parte del mundo», le dice Shea a BBC Mundo.
- Estados Unidos: Aunt Flo (la tía Flo); on the rag (sobre el trapo); falling off the roof (cayendo del techo).
- En Reino Unido: Bloody Mary (la sangrienta Mary, que también es el nombre de un trago) y got the painters in (tengo los pintores en casa).
- En Francia: Les Anglais sont arrivés (llegaron los ingleses); les communistes (los comunistas); une scène de crime dans ma culotte (una escena del crimen en mi ropa interior)
- En Holanda: De tomatensoep is overgekook (la sopa de tomate está pasada).
- En Alemania: Erdbeerwoche (la semana de la fresa); rote Tante (la tía roja)
- En Italia: Sono arrivati i parenti (llegaron los padres); E’ arrivato Giorgio/Mario/Ugo/Smeo (llegó Giorgio/Mario/Ugo/Smeo)
- En Portugal: Quebrou bacia (cuenca rota); sinal vermelho (señal roja)
Fuente: «Cosas de Mujeres», Eugenia Tarzibachi y Clue
En el análisis de los eufemismos aparecen otras particularidades.
Por ejemplo, en muchos países la menstruación está representada por la figura de un hombre, como es el caso de «Andrés» que tiene también otras variantes: «Vino Andrés», «Andrés, el de cada mes», «Estoy con Andrés Rojas» y «Llegó Andrés».
En otros países aparece en forma de una visita, como la de «los comunistas» o «la tía Flo», y en otros simplemente como metáforas vinculadas al color rojo o a la comida.
Pero en casi todos los casos, se trata a la menstruación como algo externo y no como un proceso natural, señalan las especialistas.
¿Es menstruación la palabra correcta?
Si bien puede resultar hasta divertido esta especie de clave secreta o código propio de las mujeres para hablar de la menstruación sin mencionarla, en realidad un análisis más profundo del uso de estas expresiones puede revelar connotaciones negativas.
Estos eufemismos «demuestran que hay una reticencia a hablar claro y que la gente prefiere eludir los detalles de lo que es una función biológica normal que afecta a la mitad de la población», analiza Shea.
En resumidas cuentas decir menstruación da vergüenza. Pero ¿es la palabra que se debe usar?
«Uno habla de eufemismos y pareciera que la palabra menstruación es la correcta. Yo no diría que hay algo correcto o incorrecto. Me parece que es cómo lo narramos lo que hace la diferencia», opina Tarzibachi.
Para ella lo importante es «poder posicionar la menstruación como un signo vital más de nuestro cuerpo, así como lo es el pulso, la respiración, la temperatura… este es una muestra más que nos dice que estamos sanas», le dice a BBC Mundo.
Hablar sobre menstruación
La encuesta de Clue también arrojó otros datos interesantes a los que tuvo acceso BBC Mundo.
Por ejemplo, en promedio el 70% de las mujeres encuestadas de América Latina dijo haber recibido información o educación sobre el inicio de la menstruación.
Sobre el uso de eufemismos, el 63% en promedio del público femenino de la región respondió que los escuchan o que los utilizan, siendo las brasileñas las que más y las costarricenses las que menos.
Al ser consultadas sobre si se sienten cómodas al hablar sobre menstruación con familiares del sexo masculino o amigos hombres, las mujeres de Uruguay respondieron afirmativamente en un 52%, mientras que solo un 27% de las ecuatorianas dijeron sentirse a gusto.
El estigma de la menstruación es una forma de misoginia que «responde a la dominación del sistema patriarcal», opina Eugenia Tarzibachi.
Y si bien»no mata como un aborto inseguro, reproduce, en diferentes planos y con diferentes alcances, la inequidad de género», agrega.
Por eso Tarzibachi aconseja a las familias y educadores que para combatir este tipo de discriminación hay que conversar sobre la menstruación.
«El primer consejo es poder hablar, pero para poder hacerlo con los jóvenes, es necesario algún trabajo personal y haber cuestionado alguna cosa, para no hablar desde un lugar estereotípico», dice.
«Se trata de poder conectar la menstruación con algo que no tiene que ser sufrimiento, sino que es una parte más de nuestro cuerpo que es natural», concluye.
- Di «tener»/»estar con», en vez de «enfrentar» la menstruación.
- Di «experimentar» o «tener»dolores menstruales en vez de «sufrir» dolores menstruales.
- Evita los eufemismos, di «menstruación» o «período menstrual».
- Utiliza «productos menstruales» en vez de «productos sanitarios», porque la menstruación no es algo sucio.
- Si eres un educador, empodera a la clase para desafiar el bullying, las bromas y los estereotipos.
- Busca la inclusión de las personas trans en la educación sobre menstruación: habla de «menstruadorxs» o de «quien menstrúa». Recuerda que algunos hombres trans menstrúan, o pueden haber menstruado antes de la transición. Educa a todos los géneros y acompañe a los estudiantes a tener discusiones inclusivas en clase.
- Di «si eliges tener hijos/as» en vez de «cuando» tengas hijos/as.
Fuente: Libro «Cosas de Mujeres» y Period Positive