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Jóvenes con independencia económica, pero viven bajo el mismo techo que sus padres

Dueños de casas y apartamentos dicen  no tener  respaldo jurídico a sabiendas de los  compromisos asumidos   con los  bancos.

El reto de miles de jóvenes dominicanos que no logran la emancipación del hogar de sus padres.

» Que se vayan de mi casa si no quieren cumplir mis reglas de limpieza”, repite una y otra vez Maricela Camilo, de 50 años, madre de dos jóvenes de 26 y 28 años que aún viven bajo su techo, a pesar de haber terminado sus estudios universitarios y, en uno de los casos, haber formado ya una familia.

La queja de Camilo no es aislada. En República Dominicana, como en muchos otros países, numerosos padres expresan frustración porque sus hijos adultos no logran independizarse ni acceder a una vivienda propia. A pesar de contar con empleos bien remunerados, muchas veces estos jóvenes no dan el paso hacia una vida autónoma.

Un ejemplo de eso es, Pedro Sosa, residente en Ciudad Real, es un ingeniero en software de 36 años que, a pesar de tener independencia financiera tras más de cinco años en el mercado laboral, aún vive con sus padres. Cuenta que quiere vivir solo, pero al revisar las opciones de vivienda, las más asequibles están en sectores marginados o en las afueras de la ciudad.

“Mi salario no alcanza para rentar un apartamento de 45 mil pesos en el centro de la ciudad. Y no me voy a vivir en las afueras, esos tapones no son para mí”, señala.

El sueño de la vivienda propia se vuelve cada vez más inalcanzable hasta para los que ya son adultos. Así lo expresa Mariel Acosta, residente en el Ensanche Kennedy, quien lleva más de ocho años de casada. En sus primeros años de matrimonio, ella y su esposo, Mario Mercedes, de 45 años, lograron ahorrar con la intención de adquirir una vivienda. Sin embargo, la llegada de los hijos y los gastos escolares hicieron que ese sueño se postergara indefinidamente.

Cuenta que hoy en día, viven en la antigua casa de sus padres, quienes compraron una segunda vivienda y les dejaron la primera, con la esperanza de que puedan reunir lo suficiente para comprar la suya.

Mariel lamenta, además, otro aspecto del mercado inmobiliario actual: “Ya no hay viviendas disponibles para familias. La mayoría de los apartamentos en alquiler son de una sola habitación” dijo.

Residir en el centro de ciudad es más costosos

Las limitaciones que revelan los jóvenes coinciden con los resultados del informe sobre el Registro de Oferta de Edificaciones 2024. La Oficina Nacional de Estadística (ONE) y la Asociación Dominicana de Constructores y Promotores de Vivienda (Acoprovi) determinaron que La Julia, en el Distrito Nacional, se ha posicionado como el sector con el mayor precio promedio por metro cuadrado, con RD$168,745.

A ese sector le sigue Piantini, con un precio de RD$164,863. Según el informe, esta demarcación experimentó una variación negativa, al bajar un punto con respecto a su precio anterior. El Ensanche Naco, con RD$139,015, se ubicó en la tercera posición, sin experimentar variaciones. Le siguen Los Tres Ojos, con RD$137,213, que registró un incremento de diez puntos, y La Esperilla, con un precio promedio de RD$134,166, mostrando una disminución de un punto.

Mientras tanto, Villa Mella, Los Guaricanos y Las Caobas presentan los precios más bajos por metro cuadrado. El informe precisa que Piantini y Paraíso lideran como los sectores con los precios más altos, lo que indica zonas de alta demanda y exclusividad dentro del Distrito Nacional.

En contraste, algunos barrios muestran una mayor vocación para la construcción y precios promedio más bajos por metro cuadrado. Entre ellos se encuentran Villa Mella, con RD$44,664; Los Guaricanos, con RD$46,711; y Las Caobas, con RD$47,829.

Vivienda, lujo limitado

La situación no es única de los jóvenes sino que se extiende por varias generaciones. Eliseo Cristofer, presidente de la Confederación Dominicana de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas de la Construcción cuenta que los altos costos de las viviendas abren una brecha entre los que tiene altos ingresos y bajos ingresos para acceder a una vivienda digna.

El empresario señaló que aunque la situación ha mejorado con la Ley de Fidecomiso, que abrió un espacio para que más personas pudieran acceder a un techo digno aun hay limitaciones.

“En esa ley nosotros vimos una oportunidad para reducir los costos de las viviendas, ya que hay una exención de impuestos y un bono ITBIS que se facilitan a los adquirientes, entre otros beneficio”, sin embargo señala que el enorme déficit habitacional, tanto cuantitativo como cualitativo, con una necesidad estimada de alrededor de dos millones de viviendas.

Señaló que esa ley ayudó a que familias de ingresos medios pudieran adquirir una vivienda. La esperanza de seguir cubriendo el déficit habitacional aumentó con los Programas de Vivienda Feliz que permitían que más familias accedieran a una vivienda digna, ya que esas viviendas podían ser asequibles para las familias de ingresos medios sin embargo el mismo fue deficiente, según califica el empresario.

Apunta que una persona que gana un salario mínimo prácticamente no tiene posibilidades para acceder a una vivienda digna, porque las condiciones no están dadas para que alguien con un salario mínimo acceda a una vivienda. “No existen las condiciones, recordemos que la construcción está cotizada”, apuntó al señalar que por más económica que se haga una vivienda, el precio de venta por metro cuadrado siempre rondará entre 38 mil y 55 mil pesos. Cuando se habla de 35 mil, es una construcción progresiva.

Apuntó que cuando vieron el Plan de Vivienda Feliz, lo consideraron una oportunidad para que más familias accedieran a una vivienda y también como una oportunidad de negocio para las mipymes. Sin embargo, ese plan ha sido insípido ya que considera que no ha tenido el potencial esperado ni la sensibilidad social y política que se requiere.

¿Qué está pasando?

Al ofrecer una explicación sociológica sobre esta situación, Celedonio Jiménez indica que este fenómeno está determinado, fundamentalmente, por razones de carácter socioeconómico.

Cita varios factores propios del país, entre ellos un déficit habitacional que supera el millón de viviendas a nivel nacional. Esto provoca una gran escasez y, por tanto, un alto costo de las viviendas o habitaciones.

A esto se suma que el costo de alquiler de los apartamentos es sumamente alto, aumentando considerablemente en sectores de las clases propietarias de grandes medios de producción o en zonas de clase media.

“Junto a estos factores, hay que resaltar la precariedad de los salarios devengados por jóvenes que han logrado emplearse profesionalmente, o la falta de recursos entre los jóvenes desempleados, aun cuando posean títulos universitarios o técnicos”, resalta, al indicar que estos factores impiden forzosamente el desprendimiento de muchos jóvenes adultos de sus espacios familiares primarios, así como su establecimiento independiente o en pareja, en una vivienda propia.

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Dilenni Bonilla

Periodista egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con diplomados en Comunicación Estratégica, Economía, Finanzas y Fondos de Pensiones.

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