La táctica es el camino para conseguir una meta. La estrategia es la meta en sí. En el negocio musical esos dos conceptos se pierden en espacio y tiempo, pues los resultados se buscan en la inmediatez de los procesos.
En el momento actual la táctica natural para reposicionar el merengue no encuentra cabida en el contexto socio-económico que vivimos. No es verdad que la difícil situación por la que atraviesa nuestro género es por falta de difusión. La radio y la televisión están dirigidas a la obtención de beneficios económicos, donde la música tropical dejó de ser negocio de todos, para ser satisfacción de algunos y rentabilidad de pocos. Esa es la causa de la aparición y desarrollo de los talk shows, que se han convertido en los sustentadores de las programaciones radio-televisivas.
Varios factores están complicando el negocio de la música, los que propician una etapa difícil para las presentaciones artísticas. El comienzo de año siempre trae consigo una resaca económica, que extenderá su duración por ser un año electoral donde la atención se desvía hacia lo político. La nueva ley que regula la asistencia de personas a actos masivos y espectáculos, prohibiendo la venta de boletas no numeradas para acceder a las actividades, agregar asientos nuevos y la entrega de pases de cortesía no señalizados, reducirá la capacidad de los locales de diversión disminuyendo la afluencia de personas.
La expansión de JN1, la nueva variante del Covid, obligará a las autoridades a exigir mascarillas y la gente se ahuyentará de los lugares públicos, y si agregamos los exagerados precios de las bebidas y las altas tarifas de los principales grupos musicales, entonces se harán difíciles las contrataciones de los mismos, disminuyendo la demanda del mercado.
Todo esto nos lleva a una reingeniería del mercadeo artístico para hacer posible la rentabilidad del show bussines. Sugiero la aplicación de un ¨joint venture¨ entre artistas y empresarios. El ¨Joint Venture¨ es una asociación estratégica temporal de corto o mediano plazo, en una alianza de personas o grupos de empresas que mantienen su individualidad e independencia jurídica, pero que actúan unidas bajo una misma dirección y normas, para llevar adelante una operación de beneficio común.
Los artistas tendrán un formato dual de venta: uno para contrataciones generales y otro para actividades populares. En el primero, la tarifa sería la que cada quien considere pertinente. En el segundo, artistas y empresarios reducirían en igualdad de porcentajes las tarifas de las agrupaciones, el derecho de admisión y los precios de las bebidas.
Si logramos que ambas partes dejen de ser trenes que chocan de frente y se conviertan en vagones que caminan paralelos, el público apoyaría masivamente las actividades artísticas y retornaría la estelaridad de nuestra música. El éxito estaría asegurado.