Muchos de los que promueven proyectos presidenciales en los dos principales partidos del sistema, recibieron un respiro, aunque no lo admitan, al producirse la resolución de la Junta Central Electoral prohibiendo estos actos que venían realizándose y que tenían todas las características de eventos de campaña.
Los que están más envueltos en las disputas se habían montado en una ola de la cual no sabían como salir y que ya le estaba resultando muy costosa.
El fin de semana, los aspirantes presidenciales pararon los ímpetus del proselitismo y hubo una especie de paz y llevó el proceso actual a su justa dimensión: amarres y compromisos.
¿Quién aguantará?
Empiezan a sentirse los embates de la enorme cantidad de aspirantes a las nominaciones a senadores, diputados, alcaldes y regidores. Se contarán por decenas de miles los aspirantes, cada quien haciendo presión, queriendo reuniones, divulgando sus actividades y cosas por el estilo. Ninguna plataforma podrá atender esas demandas.