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Los diamantes no necesariamente son eternos. Por lo menos, no en Japón, donde los propietarios de joyas están deshaciéndose a un ritmo récord de las piezas no deseadas a cambio de efectivo y despachándolas a compradores en China e India.
El atractivo de los anillos y aretes con incrustaciones de piedras que marcaron los estilos lujosos de los años 1980 y 1990 va desapareciendo a medida que la población envejece y la economía languidece.
En un país que no tiene minas y que una década atrás era el segundo mayor comprador, las exportaciones de diamantes usados crecieron 77 por ciento este año, muestran datos del Ministerio de Finanzas.