SANTO DOMINGO.-Román Ramos empezó trabajando en La Sirena devengando un salario de 150 pesos mensuales en abril de 1963.
Para diciembre de 1965, se hizo con el negocio cuando sus propietarios sientieron el peso de la incertidumbre por los momentos que vivía República Dominicana por los efectos de la Guerra Civil.
Para Román Ramos era una apuesta arriesgada, ninguno de sus conocidos se atrevieron a invertir en un negocio de tal magnitud, entre otras cosas, por las condiciones sociopolíticas de la época.
De hecho, los dueños de la tienda de tejidos (lo que originalmente era La Sirena), le habían contratado precisamente porque estaban iniciando un proceso de retirada.
Fue así como sus familiares llegaron a ver en la compra una decisión muy poco atinada.
Deuda para comprar
La tienda, que estaba en la Avenida Mella, principal arteria comercial del momento, costó RD$110 mil.
La compra la hizo Román en sociedad con Antonio Pacheco.
Cada uno aportó 25,000 pesos en efectivo (la parte de Ramos fue tomada prestada) y los restantes 60,000 fueron igualmente cedidos en calidad de préstamo con un interés del 60 % a seis años.
“No lo pagué todo en los seis años, pero seguí pagando los intereses y al final saldé la deuda. El socio se retiró a los tres años, le pagué 15,000 alante y el restante en plazos”, explica Ramos acerca de esta arriesgada operación.
Primeros cambios
Román Ramos mantuvo la tienda inicialmente tal cual la había adquirido: mismo tipo de negocio, mismos empleados.
Pero los textiles eran caros. Con lo que le costaba una pieza de tela de casimir inglés (de mucho uso en aquel entonces en el país pese a las condiciones climáticas) podría llenar una tramería de shampoo, esmaltes de uñas y otros artículos de una alta demanda.
Esa era la dirección que necesitaba el negocio.
“Fui de los primeros en comenzar a diversificar, me salí lentamente del tejido y me metí en cosméticos, plásticos, cristalería, eran cosas que solo las vendían las ferreterías”, relata.
El valor de la publicidad
Pronto Ramos descubrió el valor de la publicidad (tan adelantado estaba) y acudía a colocarla personalmente a El Caribe y al Listín Diario, los dos periódicos predominantes en la época.
Él mismo hacía de locutor grabando los comerciales para la radio. Iba a un estudio de la 19 de Marzo propiedad de una persona de la que sólo recuerda se llamaba Wilson. Se fajaba los domingos a preparar las cuñas de radio que posteriormente eran colocadas en Radio Comercial.
Era tan recurrente el pago de espacios publicitarios en la citada emisora, que la gente empezó a comentar que le pertenecía.
Más innovaciones
Otra de las cosas que, (sin haber estudiado publicidad, ni sicología) demuestra el conocimiento que tenía del comportamiento humano, es que sus cuñas de Radio se limitaban a repetir reiteradamente el nombre de la marca. “Mientras usted hacía una cuña que decía compra aquí y llama al teléfono… números que nadie los iba a apuntar, yo solo decía La Sirena, La Sirena, La Sirena, grabando el nombre en la mente de la gente”, confiesa.
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El crecimiento no tardó en reflejarse, llegaron a tener hasta cuarenta mil operaciones. Los clientes hacían filas y en días específicos, hasta llegaron a romper una que otra puerta.
Olfato sociológico
Eso de días, también era calculado (sin ningún estudio de mercado). La publicidad se hacía domingo para salir lunes debido a que, era el día en que las amas de casa acudían a hacer las compras luego de vender las quinielas o recibir el semanario de parte de sus esposos.
Ramos también fue pionero en el autoservicio y en el horario extendido, cambios que revolucionaron el comportamiento de las ciudades en República Dominicana.
“Aquí la gente cerraba y se iba a la casa, comían, echaban una siesta y a las dos estaban abriendo de nuevo. Pero llegó un momento en que había tanta gente a la una y media que no podíamos cerrar, entonces mandaba a comer a los muchachos y me iba de último, de último para durar más (risas)”.
La expansión
Luego empezó a adquirir establecimientos comerciales similares cuyos propietarios querían vender.
Un supermercado del señor Julio García y que llevaba su nombre fue transformado posteriormente en Supermercado Pola (en referencia a Pola de Allande).
Se incluyen por igual la Tienda El Gallo, en Santiago, así como los terrenos donde hoy se encuentra el multicentro La Sirena en Santo Domingo.
“Yo me tiraba al vacío, hoy se hacen estudios de mercado. En mi época nada de eso existía. era un punto comercial que uno tenía fe en que iba a funcionar y hacía la inversión”, declara.
Y aunque los tiempos han cambiado, Ramos entiende que los principios para lograr cosas en la vida siguen siendo los mismos y su base es el trabajo.
Lo que costó
110 Mil pesos dominicanos.
Le costó a Román Ramos La Sirena, una compra que iba contra la lógica común.