La vida comunitaria en el Gran Santo Domingo está confrontando dificultades importantes por la conducta anómala de vecinos, que a fuerza de repetir comportamientos ofensivos sin consecuencias, han dado por sentado que las leyes son adornos sin sentido.
Una reunión del Ministerio de Interior y Policía con representantes de medio centenar de juntas de vecinos ha sacado a la luz algunas anomalías comunes en sus vecindarios.
Una de ellas, la falta de permisos para el uso de suelo; otra, la música alta en centros de expendio de bebidas alcohólicas; pero también las fiestas y karaokes realizados en cualquier lugar —los denominados teteos—; los centros de diversión abiertos en cualquier espacio, incluidas las proximidades de planteles escolares, así como bailes y personas que consumen bebidas alcohólicas en las aceras. También salieron a la luz competencias en vehículos de motor.
Este rosario de “dificultades” sacados a la luz por juntas de vecinos en un encuentro que contó con la presencia de la titular de Interior y Policía, Faride Raful, es común en muchas otras partes del país.
De las competencias en motocicletas en carreteras y autopistas pueden ser hallados testigos en cada provincia.
Y de las fiestas organizadas en las vías públicas tenemos frescas todavía las crónicas del incidente de Bastida, en Azua, donde hace un mes un vehículo de motor al parecer fuera de control por desperfecto, arrolló a decenas de personas involucradas en un “teteo” del que resultaron por lo menos siete muertes y decenas de lesionados.
Escuchar de viva voz a los comunitarios es una oportunidad insuperable para tomar contacto con la realidad de la gente que hace poco ruido y afecta menos en derecho ajeno.
Antes hemos comentado las quejas recogidas en una reunión de este tipo con algunos comunitarios de Santo Domingo Norte.
Oírlos es importantes, actuar en consecuencia, una necesidad.