Inolvidable noche musical

Inolvidable noche musical

Inolvidable noche musical

Mario Emilio Pérez

Como desde los días de la infancia soy un voraz lector de periódicos, veía en ellos noticias acerca de las cantantes líricas de fama internacional.

Y en las fotos que acompañaban esas crónicas, ellas aparecían  con anatomías obesas.

Un crítico de arte escribió que eso lo había llevado a creer que las mujeres que tenían cuerpos de ruiseñores cantaban como elefantes, y que las que tenían voces parecidas a los trinos de esas aves, exhibían figuras de paquidermos.

Una de las grandes divas del bel canto, María Callas, mantuvo hasta su muerte una lucha denodada para disminuir con dietas su tendencia a rellenar generosamente de carnes su sistema óseo.

Otra característica de esta semidiosa del canto era su temperamento, que la llevaba a mostrar cambios bruscos de humor tanto en el escenario de los teatros, como en cualquier otro lugar público.

Entre los aficionados a la música sinfónica, mayor cantidad prefiere el género instrumental al vocal, independientemente de que relaten que no pueden contener las lágrimas al escuchar algunos trozos operísticos.

El día 9 de este mes asistí al concierto de la joven, hermosa y esbelta soprano dominicana Natalie Peña Comas en el Teatro Nacional, con acompañamiento de nuestra máxima agrupación musical, dirigida por el maestro José Antonio Molina.

Un recién iniciado en el conocimiento y disfrute de la ópera, le hubiera aplicado sucesivamente a la artista las condiciones de soprano, mezzo soprano, y contralto.

Porque esta grácil intérprete muestra en la hermosura de su voz, variadas y acariciantes tonalidades.

Pero lo que vale destacar es que a estas cualidades vocales se une un excepcional dominio histriónico, que de acuerdo a las arias que escogió para el concierto, la llevaron por senderos melódicos dramáticos y cómicos.

Al salir del Teatro Nacional esa noche no quise encender la radio de mi vehículo.

Después de vivir aquel  éxtasis lírico, temí escuchar en alguna radioemisora la letra del merengue cuyo título es “bebiendo ron sin bañarse”.



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