En la punta de la pirámide del mercado inmobiliario de Nueva York se está gestando una batalla política.
La industria de los bienes raíces se está movilizando para echar abajo el proyecto de gravar con un impuesto a los propietarios no residentes de los apartamentos valuados en más de 5 millones de dólares, con el fin de que la ciudad no siga los pasos de Londres, Hong Kong y Singapur en obtener dinero adicional con las propiedades emblemáticas.
El brazo de lobby de la industria, la Real Estate Board of New York, dice que la medida alejará a inversores que dan impulso a una actividad que sostiene 500,000 puestos de trabajo y genera ingresos a 5 municipios.