
Ante la injustificable decisión del Gobierno dominicano de excluir a Cuba, Nicaragua y Venezuela de los invitados a la próxima Cumbre Iberoamericana, queda claro que en materia de relaciones diplomáticas en nuestra región, estamos retrocediendo.
Hace años, América Latina fue declarada zona de paz, las relaciones entre los países han sido buenas y cuando surgen conflictos se resuelven sin el uso ni la amenaza de la fuerza.
El Gobierno estadounidense ha clavado la ponzoña y envenenado el ambiente.
Mantiene un asedio incesante a Venezuela, ha militarizado los mares del Caribe, ha aumentado la hostilidad y endurecido el bloqueo a Cuba y usa la amenaza del gran garrote como elementos corrientes de su diplomacia imperialista.
Caben las sospechas de que detrás de la decisión de excluir a esos tres países hermanos, están las presiones norteamericanas. Pena que esas presiones surtan efecto y conduzcan a tales decisiones. Inútiles por demás.
Ya se intentó aislar a Cuba cuando en enero de 1962, la OEA ordenó romper relaciones con ese país. Todos obedecieron, con la digna excepción de México, pero Cuba no quedó aislada, rompieron con ella los gobiernos, pero los pueblos no.
Habló Fidel mediante la Segunda Declaración de la Habana el 2 de febrero de 1962, y Fidel y Cuba, lejos de quedarse solos, se convirtieron en multitudes de gente oprimida que se sintió representada por ellos. Cuba venció y sigue venciendo la pretensión de aislarla.
¿Qué nos ha hecho Venezuela para mantener esa hostilidad contra su gobierno? La Nicaragua que nos invadió junto a los norteamericanos en abril de 1965, no fue la actual, sino la de los Somoza. Si se dice que se les excluye porque sus gobernantes no son democráticos. ¿Y qué me dicen entonces de David Bukele? Además, las diferencias ideológicas y políticas no deben llevarse a la esfera de las relaciones entre los Estados. Eso es del abc de la buena diplomacia.
El gobierno del presidente Luis Abinader desperdicia la oportunidad de oro de erigirse como un factor de paz, de equilibrio y mediación en la región, porque su acentuada inclinación hacia Washington, en ocasiones lo ha convertido en parte de los conflictos.
Junto a Washington se alineó con la oligarquía opositora en Venezuela, ha sido de los pocos gobiernos que, como el de Javier Miley y el norteamericano, han decidido trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, tomando partido contra los palestinos. Ahora, nos encontramos con estas injustificables exclusiones. Sencillamente injustificable.