Hoy entramos en lo que conocemos como Nochebuena, uno de los días más importantes de la Navidad y fin de año, un tramo de gran festejo nacional, y que por su naturaleza se convierte en una especie de tiempo dedicado a los encuentros sociales, también al descanso colectivo, a la reflexión familiar y la congregación en las iglesias y centros de culto.
También se trata de un periodo en el que, de manera oficial, se extreman los servicios de seguridad, al nivel nacional, con el propósito de que la ciudadanía cuente con un cuerpo vigilante y despliegue de agentes que velen por su integridad física.
En ese orden, hay expectativas y servicios de apoyo en avenidas y carreteras para evitar que ocurran accidentes lamentables, debido a la gran cantidad de personas que se desplazan hacia los hogares de familiares y centros turísticos.
Esperemos que en esta oportunidad, como en periodos anteriores, se imponga la mesura, la moderación y la contención emocional de los ciudadanos para mantenerse en el límite del respeto por su vida y la de los demás; y sobre todo, que se haga extensivo este clamor de prudencia y sensatez.
Esperemos que, de manera particular, este clamor toque el corazón y desborde la prudencia en los cientos de conductores que se desplazarán en sus vehículos hacia el interior. Bajar las estadísticas fatales en este periodo navideño y de fin de año es una tarea de todos.