California.— La mañana del 2 de diciembre Yvette Velasco se vistió y se alació el pelo. Era un día importante: la mujer de 27 años recibiría una insignia de oro que oficialmente la reconocería como inspectora del Departamento de Salud Pública del condado de San Bernardino en una fiesta del trabajo.
Ahora el mundo sabe lo que sucedió: su colega Syed Farook y su esposa Tashfeen Malik irrumpieron a la fiesta y abrieron fuego contra sus colegas. Velasco y 13 más murieron en lo que el FBI investiga como un acto terrorista.
El jueves, una semana y un día después de la masacre, Velasco será recordada en un funeral al aire libre en un lugar sobre una colina escogido por sus tres hermanas mayores y padres para recordar su amor a la naturaleza.
La ceremonia marcará el inicio de una sombría procesión que se cree que se llevará a cabo en el sur de California durante la próxima semana: como una docena de homenajes, funerales y entierros de aquellos muertos en el ataque. “Era más que una hermana”, dijo con voz entrecortada la hermana de Velasco, Erica Porteous de 37 años.
“Era nuestra alma gemela”. Para la unida familia Velasco, la semana pasada fue “un pesadilla”, dijo Porteous. Ninguno sabía que estaría esa mañana en el Centro Regional Inland.
No le gustaba llamar la atención y sólo mencionó la ceremonia de la insignia casualmente a su madre, dijeron las hermanas. Menos de una hora después, los familiares de Velasco escucharon reportes del tiroteo en San Bernardino.
Porteous encendió el televisor y supo que el edificio bajo ataque se usaba para reuniones del condado. Envió un mensaje a un amigo para preguntar qué departamento se reunía ahí ese día. La respuesta causó preocupación: salud ambiental.
Cuando la familia se enteró que el departamento de Velasco se había reunido en el Centro Regional Inland y que había enviado una foto de una fiesta de trabajo esa mañana, entraron en pánico. Su padre y cuñado fueron a todos los hospitales que recibían a víctimas del tiroteo.
Sus hermanas llamaron a todos los hospitales de la región. A la mañana siguiente, el padre de Velasco, un teniente retirado de la Patrulla de Caminos de California, llamó a sus hijas y les pidió rezar. “Le pedimos a Dios que nos de la fuerza para enfrentarnos a lo que nos ha reservado”, dijo.