Muchos negocios que son denominados “informales” hace mucho que no encajan en tal definición. Negocios guiados por una o dos personas suelen ser tan formales como cualquier gigante de la industria.
La mayoría de esos negocios realizan transacciones comerciales formales como parte cotidiana de sus negocios; usan número de comprobantes fiscales y no los impulsa la intención de evadir el pago de impuestos.
¿Puede ser llamado informal un puesto de empanada que tiene local, empleados y que hasta se promociona?
¡Claro que no!
Lo que ha ocurrido es que muchos de esos negocios que se denominan informales han tenido una adaptación natural de la nueva realidad económica. Tienen, por ejemplo, horarios flexibles, tercerizan los servicios de soporte para su actividad comercial primaria, utilizan personal remoto y evitan acumular pasivos laborales.
Los informales están bastante formalizados, aunque se han adaptado a los tiempos.
En cualquier caso, podríamos hablar de unidades de negocios atomizadas o fragmentadas.
Hay que transparentar el mito de la informalidad y, cuando lo hagamos, podremos comprobar cuántos formales hay entre esos que son calificados de informales.