Ahora que está de moda hablar de la necesaria reforma policial me parece oportuno tocar un tema conexo, como lo es el de la inequidad y la injusticia que caracterizan al otorgamiento de las pensiones en la Policía Nacional.
Como muestra, vale un botón: se da el caso de que hay oficiales que reciben, al ser puestos en retiro, pensiones hasta ocho veces equivalentes a lo que reciben otros de igual rango. ¿Es eso justo? ¿Es equitativo?
Según datos confiables que han llegado a mi conocimiento, el personal pensionado de la Policía Nacional está compuesto por: 284 oficiales generales; 990 oficiales superiores (coroneles, tenientes coroneles y mayores); 5,259 oficiales subalternos (capitanes y tenientes); 5,331 alistados (de sargentos para abajo); y 6,939 asimilados, viudas y tutores. Todo lo que arroja un total de 18,803 pensionados.
El recién designado Jefe de la Policía tiene ahí tela donde cortar. Me tomo el atrevimiento de sugerirle una acción que sería aplaudida por justiciera y fácil de aplicar, pues no implicaría mayores gastos: que la suma total asignada a pensiones se divida en partes iguales entre los beneficiarios de cada categoría. Tabla rasa, se llama eso.