Por: Daris Javier Cuevas
A escala global, en la actualidad, se asiste a una economía caracterizada por la incertidumbre con sorprendentes niveles de riesgos que no fueron previstos, situación que cada vez evidencia el nivel de vulnerabilidad que ha redefinido el entorno económico, social y político, con incidencia en la dinámica geopolítica y geoeconómica mundial, dando la sensación de que la nave económica carece de una orientación definida de hacia dónde se dirige. Tal situación lo que ha venido reflejando es una inestabilidad prolongada acompañada de elevados niveles de precios, un crecimiento débil, fruto de una desaceleración que no parece tener un final.
La economía global cierra el año 2023 con muchos más factores de incertidumbre, o al menos más relevantes, que los que había previo a la pandemia. Por igual, lo que se refleja con un ritmo de crecimiento relativamente reducido, tanto entre las economías emergentes como las economías avanzadas, cuyas predicciones conservadoras se manifiesta con una desaceleración inferior al 3%, esto es, 2,4% en promedio, como resultado de que las economías avanzadas tan solo alcanzarán en promedio un 1,5%.
Este cuadro tétrico de la economía global es una prueba irrefutable de que la recuperación de la economía global sigue siendo muy lenta, impredecible y con una desproporción espantosa cuando se hace un desglose por región. En efecto, en la economía global se observan perspectivas divergentes en lo relativo al crecimiento del PIB para las distintas regiones, lo que se traduce en uno de los obstáculos que dificulta el regreso a las tendencias del PIB que se mostraban al inicio del 2020.
A pesar de que algunas economía han mostrado ciertos signos de resiliencia, esta de por si no ha evidenciado una firmeza y sostenibilidad en el corto y mediano plazo, si no que más bien reflejan grave retroceso fruto de que la actividad económica se ralentiza, perturbando así el proceso de recuperación plena. En esa dirección, la inestabilidad que han registrado los precios de la materia, con tendencia aumentar, se ha convertido en un catalizador activo en el incremento de la vulnerabilidad a la que cada vez se exponen las economías.
A la Luz de la razón, el panorama de la economía global ha sido más complejo de lo que en principio se pensaba con un alto grado de complejidad inimaginable. Y es que la combinación de multiplicidad de adversidades han estremecido a la economía arrastrada por elevada tasa de inflación, los tipos de interés, la insostenibilidad de la deuda publica y la fragilidad de las finanzas publicas y precariedad de los espacios fiscales, lo que ha desencadenado en una abrumadora de cara al futuro en la que se ha abocado las perspectivas sombrías en las diferentes economías.
Una de las principales razones de la perturbación de la economía global continúa siendo la inflación, dado que se registra un enfriamiento en la velocidad de crecimiento de este flagelo, sin embargo, este no logra reflejarse en la estabilidad de precios. Y es que esta tiene una cierta resistencia, al igual que la inflación subyacente, y que se agrava con un entorno desfavorable de precios internacionales, lo cual puede estar explicado por la política de tasa de interés impulsada por los bancos centrales, lo que podría estar explicando en una alta proporción el pobre desempeño macroeconómico en todo el 2023.
A escala planetaria, la inflación no ha logrado direccionarse de una manera sostenible dentro del rango meta, lo cual es un factor de incertidumbre para los agentes económicos y una señal decepcionante de lo poco efectiva que ha venido resultando la política monetaria, sin dejar de reconocer una ligera desaceleración en la velocidad de crecimiento del flagelo inflacionario. Para el año 2024, el fenómeno de la inflación tendrá una vinculación muy intima con la tendencia del comercio mundial y el precio de las materias primas, en el entendido de que existe un contexto desfavorable por la fragilidad en la demanda mundial.
Hay que fijar la mirada en los resultados de la política monetaria que se continúen adoptando, en virtud de que la inflación a escala global será inducida por la la tipología de política monetaria que se ejecute. Los bancos centrales en su afán de frenar la velocidad de crecimiento han endurecido su política monetaria, resultados se han reflejado en una mayor volatilidad financiera y mayores riesgos, por los efectos negativos o desfavorables que se han generado en el desplazamiento de grandes flujos de capitales hacia las economías emergentes, situación que sugiere fuertes reorientación en la política monetaria ya que la economía global no ha logrado exhibir signos de sostenibilidad macroeconómica con un pobre desempeño en la expansión del PIB.