La profesión de los forenses se realiza a través del INACIF, pero los protagonistas de las ciencias forenses son los cadáveres, es decir, los restos óseos humanos a los cuales hay que identificar, ya que adquieren vida “como testimonios de sí mismos y de su época”.

La función del INACIF es la identificación humana y la determinación de la causa real de la muerte, la cual ha ocurrido de una manera circunstancialmente anormal, y por tanto, recae sobre ella la sospecha de que fue provocada y por esta razón es ineludible que sea investigada. Sólo el Estado declara la persona muerta; nadie más puede hacerlo.

Mientras no ocurre esto, la muerte entra en un reticulado de competencias y actuaciones, que adoptan múltiples nombres y tiene derivaciones en muy diversos campos del saber forense: lo arqueológico, médico legal y criminalístico.

Al celebrarse el 1° de septiembre el Día Internacional de las Víctimas de la Desaparición Forzosa, y luego de la V Cumbre Regional de Institutos de Ciencias Forenses acaecida en Tegucigalpa, Honduras (noviembre de 2018), cuyo tema fue precisamente la Identificación Humana en todas sus modalidades.

Uno se pregunta, por qué ni somos signatarios de tan importante Convención de Derechos Humanos ni contamos con las capacidades instaladas en el INACIF de la república, donde no existen Unidades funcionales de identificación humana, como son la genética, odontología, la patología (nuestros forenses no son patólogos, sino médicos generales), la antropología y la criminalística de campo.

Si tomamos como ejemplo el Centro Regional de Identificación Humana de Coahuila (México, 2020), que busca dar respuesta a las demandas de las personas desaparecidas, cuenta con “Osteoteca, Cuartos Fríos para la Conservación y Resguardo de Cuerpos, Nichos para el Resguardo Temporal de Restos Humanos con Tejido, Laboratorio de Genética, bodega para el almacenamiento temporal de Indicios, así como Área de Identificación y Atención a Víctimas, que es todo lo que se requiere para establecer la identidad de las personas fallecidas”, veremos cómo se están modernizando las ciencias forenses.

El país parece no tener conciencia de lo que está ocurriendo en materia de investigación criminal. Asistir a una Cumbre de INACIF en el Caribe debe rendir su utilidad. Mientras ellos tienen certificados a sus peritos, incluyendo que los han organizados en Asociaciones de Peritos, los han colegiados para proteger y regular el ejercicio de la profesión de peritos forenses, nosotros estamos detenidos en el tiempo.

Nos hemos desfigurado como INACIF; somos una entelequia. ¿A quién le preguntaremos dónde están los datos de la muerte violenta, las muestras genéticas de víctimas y familiares de desaparecidos identificados? Vayan y comprueben su página institucional sin ni una sola estadística, o mejor aún, digan lo que piensan de sus forenses.