Al paso de los días, el transporte se convierte en un verdadero caos. La imprudencia de los conductores es cada vez más peligrosa, con una total inconsciencia de la responsabilidad.
Los choferes se entrecruzan por las vías sin importar el daño que puedan provocar, inclusive pérdida de vida, lo que evidencia un total desorden.
Irrespeto al peatón
Pocos conductores, ya sea de vehículos públicos o privados, se toman la molestia de permitir el paso a los peatones. Esta práctica no es aprendida ni enseñada en las escuelas de choferes ni exigidas por las autoridades encargadas de velar por el normal funcionamiento del tránsito.
Salir a las calles es un verdadero viacrucis, hasta llegar a un eterno dolor de cabeza.