Tener ilusión por las cosas. Es lo que hoy quiero desear a todo el mundo, mantener la capacidad que sale natural cuando somos pequeños y vamos perdiendo poco a poco.
Encarar la vida con ilusión es el verdadero motor que nos hace caminar de manera firme, pero al mismo tiempo disfrutar cada paso que damos.
En ocasiones es difícil aferrarse a esa ilusión porque todo parece ir en contra, pero es en esos momentos en los que más debemos tenerla presente porque nos va a permitir sentir que todo va a salir bien.
La ilusión es ver las cosas con positivismo, al mismo tiempo que entregarte en cuerpo y alma para que sea así, porque algo si les digo, las cosas no llegan solas, nada es regalado, todo conlleva una acción, un compromiso, una dedicación.
Ahora si lo que hacemos lo vemos con un prisma oscuro al final no vamos a ser capaces de vislumbrar ese camino del que hablaba.
Y la ilusión hay que cultivarla, mimarla, hacerle caso y traerla al presente. Es sinónimo de motivación que al mismo tiempo se traduce en fortaleza. Una trilogía infalible para la vida y sobre todo para transitarla de manera feliz y en paz.
Y con eso no quiero decir que no haya momentos malos, incluso tristes, claro que los hay. Pero si tenemos esa ilusión por las cosas a nuestro lado seremos capaces de levantar la cabeza y volver a mirar hacia arriba y encontrar siempre una solución, una razón, una forma de seguir caminando.
Creo que cada día cuando me levanto lo primero que hago es agradecer por tener tantas cosas que hacer, tantos planes, tantas ilusiones y cuando algo no me sale bien, voy por lo siguiente siempre con la misma ilusión. Al final, todo es como quieras que sea.