Iglesia y dignidad humana

Para nosotros los católicos la dignidad del ser humano es central en nuestra visión del mundo. Ninguna institución estatal, ninguna propuesta política, ningún bien terrenal prevalece sobre el respeto a la dignidad de cada ser humano, creado a imagen de Dios mismo, redimido en su humanidad por Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Se puede estudiar a fondo esta doctrina partiendo del texto de la Comisión Teológica Internacional del 1983 titulado “Dignidad y Derechos de la Persona Humana”.
Y en el seno de esta concepción son privilegiados los más pobres, los marginados: viudas, huérfanos, emigrantes, todos los débiles que no tienen fuerza propia para defenderse frente a la explotación.
Es central en el ministerio de la Iglesia, al igual que lo fue en el ministerio de Jesucristo, velar por por la dignidad de todos los seres humanos, sin importar su situación legal, ni siquiera si son creyentes o no.
Y no solo con el llamado a respetarlos, si no también atendiendo sus necesidades.
Ser católico implica trascender los nacionalismos en cuanto se tornen xenófobos o racistas, ya San Agustín lo explicó claramente cuando se acusaba a la Iglesia de ser responsable de la caída del Imperio Romano de Occidente.
Los Estados, las naciones, son construcciones temporales, existen para facilitar el ordenamiento de comunidades humanas.
La Iglesia y su misión, y la dignidad humana, los trasciende.
Todo ordenamiento jurídico temporal que niegue, en su totalidad o parte, la dignidad de todo ser humano es inaceptable para la Iglesia.