El señor Gonzalo Castillo no tiene más ideología que la de repetir los vicios de esa institución política que es el PLD, que se degradó por culpa del centralismo de su Comité Político, por demás caudillista. La ideología del PLD gradualmente se convirtió en una corporación para tener acceso a fondos públicos y negociar posiciones de poder.

Por eso, esta campaña que recién culminó y que dio ganador en primera vuelta al ciudadano Luis Abinader Corona representa una esperanza para la sociedad dominicana, gracias a que ni uno solo de nosotros permanecimos neutral, a fuerza de que efectivamente se produzca un cambio. Como ha expresado un ex presidente del Brasil, que sufrió igual experiencia, fue un “nosotros contra ellos”. No se podía continuar un gobierno con “situaciones de desarrollo” malsanas, y una deuda externa galopante. Habíamos llegado a un punto muy alto de la antidemocracia, y con la necesidad de no poder cambiar de gobierno cada cierto tiempo.

Gonzalo Castillo es un candidato ideológicamente anémico, un ignaro de la política. De ahí que hayamos oído decir de uno de sus propios contendores: “Si gana el candidato del partido oficial es un peligro para este país” (sic). Un candidato que por sus propios méritos no hubiera logrado una intención de votos ni de un 5%.

Fue muy lacerante, el comportamiento del partido de gobierno, la forma como nos enrostró el despilfarro y las prácticas desleales para hacer política y ser merecedor del voto… y luego, este experimento de la política. No debe repetirse algo así en el futuro, los candidatos deben estar preparados para aspirar a esa dignidad. Todas las palabras electoreras estaban llenas de incógnitas, no porque no las supiera expresar, sino por su ignorancia de cómo funciona la economía, las fuerzas de la democracia.