¿Idea tonta?

Rafael Herrera vaciaba en sus editoriales del Listín Diario, de vez en cuando, las que él mismo llamaba “ideas tontas”, a sabiendas de que no lo eran en absoluto, pero que por obvias podían parecer elementales a algún lector superficial.

Esto me recuerda a Adams Obvio, un personaje que, saliendo de la nada, triunfó en la vida porque pensaba y actuaba con la lógica más simple, sin rebuscamientos, diciendo y haciendo lo que había que decir y hacer en el momento preciso y el lugar exacto.

Este Adams hacía lo que era obvio hacer, pero eso era tan sencillo y tan fácil que parecía tonto.

Pues bien, me parece que a todos se nos ocurren, una que otra vez, brillantes ideas tontas.

En varios artículos que he escrito en el pasado he esbozado reiteradamente una idea tontísima, que se me ocurre podría ser útil ahora que estamos en campaña electoral y los políticos ofrecen maravillas a diestra y siniestro. Como era de esperarse, nadie me ha hecho caso.

Exponía en esas ocasiones anteriores, y lo vuelvo a plantear ahora, una fórmula para terminar de una vez y por todas con la deforestación del país, y más aún, para reforestarlo por completo en pocos años.

Planteaba que se debía poner en marcha una formidable campaña de concientización nacional sobre la importancia de conservar y multiplicar nuestros árboles, dramatizando las consecuencias que vamos a sufrir si el hacha y el fuego siguen arrasando los campos.

Y que esa campaña fuese acompañada por un “operativo” en el que participen todos los efectivos de nuestras Fuerzas Armadas durante el tiempo que fuese necesario. Y hacía este cálculo:

Tenemos aproximadamente 50,000 hombres de uniforme, sin contar la Policía Nacional. Si les enseñamos a sembrar, y les decimos que cambien momentáneamente sus fusiles por azadas, machetes y otros aperos de labranza, podrían sembrar cada uno, sin mucho esfuerzo, cien árboles diarios, de lunes a sábado.

O sea, seiscientos árboles a la semana, ó 2,400 al mes por cada soldado. Como son 50,000 soldados, estaríamos hablando de ciento veinte millones de árboles sembrados cada mes.

Pero podría decirse que todos los soldados no se pueden ir a sembrar al mismo tiempo. Me conformo con la mitad del esfuerzo, que arrojaría, como quiera, la nada despreciable cantidad de 60 millones al mes, ó 720 millones de árboles cada año, con el mismo Presupuesto Nacional.

¿Es esta una idea tonta? A mí me parece que no.