Managua.- El “catastrófico” huracán Iota golpeará con toda su fuerza a la Región Autónoma del Caribe Norte (RACN) de Nicaragua, la zona más pobre, vulnerable y olvidada de este país centroamericano, que hace 13 días fue azotada por el ciclón Eta, en categoría 4.
La RACN, compuesta por ocho municipios, es una zona pantanosa, boscosa y despoblada (505.424 habitantes) para sus 33.106 kilómetros cuadrados de extensión -un poco más grande en tamaño que Bélgica, El Salvador e Israel-, y sus suelos se encuentran saturados tras ser embestido por Eta el pasado 3 de noviembre.
Es habitada por indígenas miskitos, mayagnas, creoles y mestizos, que hablan español, inglés criollo y lenguas autóctonas.
En las comunidades rurales, sus habitantes viven principalmente en casas construidas a base de madera, levantadas sobre pilotes para protegerse de las inundaciones debido a que es una zona donde llueve hasta nueve de los doce meses del año.
La RACN es una extensa área cubierta por pantanos y ríos, y acoge a la reserva de la biosfera Bosawas, considerada un “pulmón” de Centroamérica y que, según los indígenas, sufre un proceso acelerado de deforestación por la mano del hombre.
CONFLICTOS DE TIERRA, “GENOCIDIO” Y BAHÍA DE COCHINOS
Es administrada por un gobierno comunal, un territorial, un municipal, así como un consejo regional autónomo, y en los últimos años ha sido noticia por conflictos de propiedad en la reserva boscosa de Bosawás entre “colonos”, a como en el Caribe llaman a los del Pacífico de Nicaragua, y los indígenas dueños de la tierra.
En la década de 1980, organismos humanitarios denunciaron que los indígenas miskitos fueron víctimas de delitos de genocidio y crímenes de lesa humanidad en una operación militar, conocida como “Navidad Roja».
Se llamó la “Navidad Roja” a la operación realizada por el entonces Ejército Popular Sandinista, ahora Ejército de Nicaragua, para sacar a unos 8.500 indígenas de sus comunidades a las orillas del río Coco (fronterizo con Honduras) y alojarlos en cinco campamentos para evitar que sirvieran de apoyo logístico a la “Contra” antisandinista.
Esos hechos, según una denuncia de la no gubernamental Comisión Permanente de los Derechos Humanos (CPDH), ocurrieron entre 1981 y 1982, durante operaciones militares que supuestamente dejaron 64 muertos, 13 torturados, 15 desaparecidos, y miles de desplazados y apresados en campamentos bajo vigilancia militar del Ejército.
Cuba y los sandinistas han señalado a los indígenas del Caribe norte de Nicaragua de haber permitido, entre 1960 y 1961, que en ese territorio entrenaran exiliados cubanos para derrocar al fallecido líder Fidel Castro a través de la fallida invasión de Bahía de Cochinos.
La operación de Bahía de Cochinos, también conocida como invasión a Playa Girón, la llevaron a cabo unos 1.500 exiliados cubanos de Miami, entrenados por la CIA en bases secretas en Nicaragua y Guatemala.
TÁCTICA ANCESTRAL DE SUPERVIVENCIA
El pasado 3 de noviembre, el huracán Eta, que tocó tierra a lo largo de la costa noreste de Nicaragua, con vientos máximos sostenidos de hasta 240 kilómetros por hora, dejó unas 1.890 casas destruidas y otras 8.030 con daños parciales en la RACN, según el balance oficial.
Tras el impacto de ese ciclón, los indígenas miskitos y mayagnas revivieron una práctica ancestral de solidaridad mutua para sobrevivir ante la escasez de alimentos, conocida como “pana pana”, que en lengua miskita significa “yo te doy, vos me das”, y que en mayagna es conocida como “biri biri”, es decir, reciprocidad.
Eta dejó una estela de devastación en Nicaragua, donde miles de personas permanecen damnificadas, los daños materiales no terminan de ser contados, y el impacto en vidas humanas fue de al menos dos muertos, aunque no fueron reconocidos por las autoridades.
Ahora esa región se apresta a recibir la furia de Iota, que la madrugada de este lunes se intensificó hasta convertirse en un huracán de categoría 5, la máxima en la escala Saffir Simpson, con vientos máximos sostenidos de 260 kilómetros por hora (160 m/h), según el Centro Nacional de Huracanes (NHC, en inglés) de EE.UU., que ha catalogado el ciclón de “catastrófico».