Así entró Rubby Pérez a la orquesta de Fernando Villalona
Santo Domingo.- Muchos saben la historia de que Rubby Pérez quería ser pelotero, pero un accidente se lo impidió. Fue en el año 1977 cuando ingresó por primera vez a una agrupación de merengue llamada Los Pitágoras del Ritmo, en Haina y más tarde pasó a Los Juveniles de Baní. También fue parte de los coristas del Ateneo Dominicano y del Conservatorio Nacional de Música.
En 1980 ingresó a la orquesta de Fernando Villalona, recomendado por uno de los trompetistas que lo había escuchado cantar.
A Rubby lo habían visto cantar en un bar con Los Juveniles de Baní. Como Villalona no encontraba quien sustituyera a Raulín, tocando en El Show del mediodía, dijo: Si hay alguien que pueda hacer estos coros que venga esta noche a un baile que vamos a tocar en la Esquina Caliente de Herrera.
Esa noche Rubby estaba dando una serenata con unos amigos y cuando terminaron, aproximadamente a las 12:00 de la noche, se fueron a la fiesta de Villalona.
Cuando llegó a la puerta, Fernando lo vio de lejos y por el micrófono vociferó al portero: “¡Ey déjalo entrar!”
Cuando ingresó, Fernando le preguntó si se sabía a “Marisela”, a lo que él contestó afirmativamente y Rubby entonó el merengue.
Luego lo puso a cantar “La tuerca” y al finalizar ese tema, Popo Cadena, quien era el saxofonista, le gritó a “El mayimbe”: “Oye, no busques más, ése es tu hombre, quédate con él”.
De inmediato le contrató con un salario de 35 pesos por baile. Antes de aceptar a Rubby, Villalona había probado a Charlie Rodríguez, quien no se quedó por su baja estatura.
Su entrada a la importante agrupación ocurrió en enero de 1980 y de inmediato grabó a dúo con Fernando el tema “Pato robao”.
“Tuve mucha suerte que Villaona me escogió. Recuerdo que grabamos al unísono el tema “Pato robao”, porque Villalona quería darle un giro a su orquesta y quería hacer cosas diferentes, pero sólo grabé ese tema con él”, dijo.
Un mes después de entrar a la orquesta se fue de gira a Nueva York donde permaneció varias semanas.
“Cuando íbamos en el avión, recuerdo que era de Dominicana de Aviación, una de las azafatas me llevó comida a mi asiento y como no tenía dinero la rechacé, porque creía que había que pagarla. En eso mis compañeros empezaron a burlarse de mí y Martín Villalona me dijo: muchacho eso es gratis, cómetela, pero la vergüenza que tenía era tan grande que la comida ni me pasó”, dijo.
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