Hay días que el mundo se vuelve del revés. Que se presentan unas pruebas que te hacen decir: ¿qué está pasando? Esos días en los que te das cuenta que tu fortaleza se mide por tu capacidad de saber valorar lo que realmente importa.

Todo lo que es material es necesario y cuando hay un contratiempo sientes que tu mundo tambalea, pero al final acabas viendo que lo material va y viene y no es lo que define lo que eres, simplemente es algo que tienes.

Ahora, cuando las pruebas tienen que ver con aquellos a quienes quieres, todo se torna más difícil y ahí, en ese momento, es que te das cuenta que la vida es hoy, ahora, no mañana y lo que llegará; sino este justo momento y que todos los planes pueden cambiar y que tienes que estar junto a quienes amas y aprovechar cada momento.

No deberíamos tener que llegar a esos límites para aprender esta lección. Pero así es. Por eso mi deseo de Navidad es que vivan, pero que lo hagan primero cuidándose y valorándose, después haciéndolo junto a las personas que aman.

Luego llegará todo lo demás, pero no quieran ver la vida como un cúmulo de cosas o de logros, sino de sentimientos y acciones que realmente sean hacia ustedes y hacia los demás.

Hace poco alguien me dijo que nuestro valor más preciado es el tiempo y que no lo podemos desperdiciar en cosas que no nos hagan felices.

Yo cambio el concepto, no son las cosas, son las personas y por eso el tiempo tenemos que dedicarlo a todas esos seres que significan algo para nosotros, no dejarlo para mañana o para cuando nos necesiten, eso es algo de cada día. No lo dejen para mañana. Amen hoy.