Al terminar este año e iniciando el 2019, son muchas las reflexiones que nos llegan, en lo referente a nuestra realidad. Pasamos factura y vemos nuestros errores y aciertos, y a veces la balanza queda en negativo y por supuesto, el estrés, el enemigo silente de nuestra salud, que amenaza el cuerpo y la mente constantemente, crece cada día, y es que tenemos que entender que por más que nos afanemos, no podemos solos asegurar que nuestro escenario cambie de manera positiva.
Es por lo antes expresado que la palabra descrita en Filipenses 4:6 nos llega como un refrigerio a nuestras vidas: ¨Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias¨.
Dios nos hace el llamado para bendecirnos, desea para nuestro bien, llevar junto a nosotros nuestra agenda de vida y nos invita a ir a Él confiadamente, sin ansiedad, reconociendo su autoridad y soberanía sobre todas las cosas, y sabe perfectamente qué hacer frente a cada una de nuestras dificultades.
Pidamos en este nuevo año que el Señor nos enseñe a Pedir como Conviene, que nos dé espíritu de orden en todos los aspectos de nuestras vidas, que podamos ver con sus ojos y sentir con su corazón, pues solo así veremos y actuaremos de forma positivamente diferente.
Démosle la Gloria a Dios por todas las cosas, pidamos al Señor no mirar nuestra condición de enfermedad, tristeza, dificultades económicas, problemas familiares, sino la Grandeza y el Poder del que nos dice que por nada estemos afanosos.
Menguemos nosotros y dejemos que sea el Señor que se entrone en nuestras vidas, alegremos su corazón con nuestro accionar, no lo avergoncemos, involucrémoslo en todos los aspectos (orar sin cesar), démosle gracias por todo, esperemos confiadamente y saldremos victoriosos.
Como cristianos estamos llamados a ver las cosas que no son como si fuesen, a eso le llamamos tener fé… como viendo al Invisible.