
Santo Domingo.-Juan Pablo Duarte fue un hombre que no escatimó esfuerzos alguno a fin de lograr la libertad de la República Dominicana, cuya palabra y ejemplo de honradez a toda prueba merecen ser recordados cada vez que se quisiera decir o implementar algo con relación a esta Patria, que le costó tanto sacrificio y entrega al patricio.
Hoy, 26 de enero, al celebrarse el 203 aniversario de su nacimiento, es bastante oportuna la ocasión para que todos los dominicanos, en especial quienes dirigen la nación, pasen sus ideas y proyectos por el filtro del pensamiento y acción de un hombre que le adornaban los ideales patrióticos, aquel que dio la soberanía a este pueblo sin esperar recibir ningún beneficio personal, más bien deleitarse al ver materializado aquello por lo que tanto luchó, una patria libre e independiente de toda potencia extranjera.
Duarte nació el 26 de enero de 1813 en Santo Domingo. Sus padres fueron Juan José Duarte, oriundo de Vejer, provincia española de Cádiz, y Manuela Díez Jiménez, oriunda de El Seibo, hija a su vez de padre español y madre criolla.
Juan Pablo Duarte, junto a Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez inició la gesta libertadora que logró la separación del territorio nacional, el 27 de febrero de 1844, tras 22 años de ocupación haitiana.
La Trinitaria
Ideó y presidió la organización político-militar clandestina La Trinitaria, creada para luchar contra la invasión haitiana y por la independencia.
Los trinitarios hacían su trabajo político a partir de una estructura celular clandestina. Los iniciados hacían el juramento de luchar por la independencia de la República Dominicana bajo el lema "Dios, Patria y Libertad".
Desde el exilio Duarte supervisó y financió la guerra de independencia llevada a cabo por sus compañeros de lucha, lo que derivó en su ruina económica. Su liderazgo lo convirtió en blanco de acusaciones que lo llevaron a ser expulsado de la recíén creada nación en varias ocasiones.
Su visión liberal se vio socavada por las élites conservadoras que pretendían someter el país a las potencias coloniales y volver al regionalismo tradicional. Sin embargo, sus ideales democráticos, han servido como principios rectores para la mayoría de los gobiernos dominicanos. Su iniciativa lo convirtió en un mártir político a los ojos de las generaciones posteriores.
Para el historiador Roberto Cassá, el patricio Juan Pablo Duarte dejó como legado unas "ideas altamente progresistas y hasta ahora vigentes. A Juan Pablo Duarte no se le puede acusar de carecer de sentido de la realidad porque sus ideas se basaban en realidades, sólo que realidades conformes a una ideología, a una ética".
El padre de la patria sentó las bases para el advenimiento de una República que como estado democrático garantizara la igualdad de oportunidades y la libertad de sus ciudadanos.
En 1842, Duarte se convirtió en oficial de alto rango de la Guardia Nacional, a la sazón dirigida por el Gobierno haitiano. Para ese momento el régimen impuesto por Boyer había pasado de ser un gobierno liberal y progresista a convertirse en una dictadura en medio de graves problemas económicos y fuerte resistencia interna en la parte occidental de la isla.
Los trinitarios, se unieron al movimiento revolucionario reformista haitiano denominado La Reforma que terminó por derrocar a la dictadura de Boyer en febrero de 1843, colocando a Charles Hérard en la presidencia de Haití.
Duarte encabezó dicho movimiento en la ciudad de Santo Domingo convirtiéndose en el líder político principal en ese momento.
