Hoy guardo silencio

Hoy guardo silencio

Hoy guardo silencio

Rafael Chaljub Mejìa

Si vas a hablar procura siempre que tu palabra sea mejor que tu silencio. No sé de quién es ese sabio consejo, pero en lo que se averigua, prefiero guardar silencio y no escribir la entrega correspondiente al presente viernes, precisamente porque no estoy seguro de si lo que pueda escribir tenga más mérito que mi silencio.

Al pensar en el tema que escogería para hoy no encontré por cuál de ellos decidirme. Si lo del general y la pastora, si lo de la sublevación cívica del pueblo hermano de Colombia y la matanza con que el agonizante gobierno de Uribe y Duque han pretendido acallarla, si lo de las tres causales, la pandemia, o la reforma tributaria que, como un ciclón que está anunciado, amenaza devastarnos.

Así me pasaron los días, llegaron las horas previas al envío de la columna a la dirección de este periódico y todavía sin decidirme de qué escribir

Y ocurre que cuando estas horas llegan, sobre todo si usted tiene algún par de compromisos ineludibles que atender, la mente como que se me bloquea y el escribir se me vuelve muy difícil. Eso me sucede a veces y me pasó para este viernes.

Entonces, he decidido callarme y no ponerlos a ustedes, los de alma generosa y compasiva que me conceden el privilegio de leerme, en el trance de invertir su valioso tiempo en leer estos garabatos que uno suele escribir.

Eso de escribir tiene sus reglas. Se trata de un oficio muy personal y de mucha soledad. Frente a la máquina termina un proceso que discurre en la mente y la imaginación del autor. Empiezan las sensaciones y las ideas a retozarle a uno en la cabeza, y cuando esa cosecha de ideas y sensaciones está madura, los textos salen y la obra nace.

Aunque no termina, porque cada vez que uno la lee, siempre encuentra algo que corregir o modificar.

Hoy no encontré ese ambiente, mi mal cultivado ingenio, la pobre y escasa imaginación de este escribidor no hizo el recorrido correspondiente y como no estoy seguro de que mi palabra será mejor que mi silencio, me quedo callado y los cito para la entrega próxima.

Procuraré que todo salga como Dios manda y que lo que les entregue entonces, merezca su piadosa atención.

Como se decía en los tiempos viejos: A todos los que la presente vieren, salud.



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