Jean Bertrand, de 57 años, fue uno de los últimos tres pacientes en abandonar el hospital, antes de que fuera tomado por las pandillas como centro de control.
El emblemático Hospital de la Universidad Estatal de Haití (HUEH), conocido popularmente como Hospital General, es el mayor centro médico público del país. Pero en él ahora no hay pacientes.
Desde su construcción durante la ocupación estadounidense en la década de 1920, ha sido el referente médico para millones de haitianos.
Desde el 1 de abril, sin embargo, es el símbolo de la violencia que azota el país y en especial la capital, Puerto Príncipe. Los últimos pacientes se fueron y ahora es centro de operaciones de las bandas que controlan Haití.
El hospital ya no es un espacio médico, sino un lugar estratégico por su cercanía al Campo de Marte, la plaza principal de la ciudad donde están las instituciones como el Palacio Nacional, el objetivo principal de las pandillas.
Esta transformación de bastión de salud a un campo de batalla ha dejado a miles sin acceso a atención médica urgente, mientras que la ciudad se enfrenta a una ola de violencia sin precedentes.
«Ni la salud pública ni la privada son buenas en este país, pero para quienes no teníamos opción de tener la privada, nos encontramos ahora completamente desamparados», dijo a BBC Mundo Pierre Laouard, paciente de cáncer de 62 años.
Laouard vive a dos cuadras del Hospital General de Puerto Príncipe. Se mudó cerca del centro médico en enero para poder llevar a cabo su tratamiento con más comodidad.
Fue uno de los últimos tres pacientes en abandonar el hospital antes de que el 1 de abril se convirtiera en el centro de control de grupos armados haitianos.
Sus pacientes y el personal médico fueron forzados a huir ante el temor de quedar atrapados en el fuego cruzado de los enfrentamientos, que se agudizaron desde el 29 de febrero.
La escalada de violencia ha hecho que los grupos mafiosos tomen el poder y ha provocado un éxodo de la capital.
Semanas después de que dimitiera el primer ministro tras dispararse la violencia en Puerto Príncipe, aún se desconoce cómo será el consejo presidencial de transición que debe tratar de retomar el control del país.
«Llevo dos meses sin poder tener mis quimioterapias, porque el personal médico no podía llegar al hospital. Estoy muy mal, no hay médicos, mis familiares no pueden venir a visitarme debido a la violencia que hay en la ciudad, los suministros médicos son escasos. En este país no hay nada para tratar a una persona con mi diagnóstico», lamentó Laouard.
Él fue el último en abandonar la instalación antes de que la dirección del hospital anunciara una pausa en las operaciones debido a las crecientes preocupaciones de seguridad en la capital y sus alrededores.
El hospital es clave para que miles de persona reciban atención médica esencial.
«Las personas en situación de discapacidad no podían salir, otras personas llegaron a ayudarlos para sacarlos. En mi caso, no puedo ir a mi casa, porque fue tomada por las pandillas», dijo Laouard, de 62 años.
También tuvo que desalojar luego el hospital, convertido en un centro operativo de la coalición de pandillas «Viv Ansanm», liderada por el expolicía Jimmy Chérizier, conocido como «Barbecue».
A pesar de los desafíos históricos del país, incluidas las turbulencias políticas, el hospital había mantenido sus puertas abiertas, dando un mínimo de seguridad para proteger tanto a pacientes como a trabajadores de la salud.
«Un hospital abandonado»
Ya no. Las pandillas lo tomaron con una eficaz operación al crear una especie de túnel en la calle cercana perforando las paredes de las 15 farmacias, una seguida de la otra, que desembocan en el hospital.
«Es imposible la reanudación de las actividades hospitalarias dada la inestabilidad actual. Solicito un corredor humanitario para asegurar la atención de los pacientes», pidió Evelyne Fremont, presidenta del Sindicato de Trabajadores de la Salud del HUEH.
La ONU informó de que seis de cada diez hospitales del país no funcionan y actualmente sólo hay en uso dos centros quirúrgicos en Puerto Príncipe.
Según la Oficina de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), Haití sufre actualmente escasez de medicamentos y de donaciones de sangre, y faltan personal sanitario, equipos médicos y camas para tratar a las víctimas de disparos.
Previo a la crisis de violencia que enfrenta el país desde finales de febrero, los ocupantes de las instalaciones del HUEH eran pacientes incapaces de moverse y desplazados internos que fueron acogidos luego de que las pandillas quemarán sus casas, según contó a BBC Mundo Jude Milcé, director ejecutivo del HUEH.
«Todas las cadenas de funcionamiento fueron interrumpidas. La mayoría de los responsables, médicos, residentes e internos se han ido. Es un hospital abandonado», lamentó el médico, que añade que ninguna autoridad gubernamental los ha contactado aún.
«Habitualmente recibimos entre 4.000 y 5.000 consultas al mes. Tratamos entre 40 y 50 casos de emergencia al día, así como 10 a 30 intervenciones, como cesáreas, cirugías ortopédicas y otros. Sin duda alguna, en los últimos meses recibíamos a diario al menos 15 pacientes heridos por balas perdidas durante enfrentamientos entre pandillas», precisó Milcé.
«El HUEH ofrece servicios que solo este centro puede proporcionar en el país. Atendemos a todas las capas sociales del país», agregó.
8 años de promesas
El terremoto del 12 de enero de 2010 dejó una huella profunda en Haití, afectando tanto a las personas como a las infraestructuras.
Más de 50 hospitales y centros de salud quedaron destrozados o inutilizables.
Casi la mitad de la población de Puerto Príncipe tuvo que buscar refugio en lugares temporales con condiciones sanitarias precarias.
Antes del terremoto de 2010, el HUEH contaba con 700 camas y atendía a más de 10.000 nuevos pacientes mensualmente.
El terremoto provocó daños significativos en las instalaciones, lo que obligó a los servicios a operar en condiciones precarias, como carpas y refugios temporales.
Ante este desastre natural, Francia y Estados Unidos ofrecieron ayuda y desembolsaron US$25 millones cada uno para reconstruir el HUEH.
Haití, como tercer socio en el proyecto, contribuyó con US$33 millones.
En total, se destinaron US$83 millones para esta iniciativa.
A pesar de que la reconstrucción comenzó en junio de 2014, después de más de ocho años, las obras terminaron este enero.
Aunque el ex primer ministro Jacques Guy Lafontant estableció una fecha para la finalización en 2017, los sucesivos gobiernos no avanzaron en este megaproyecto.
El sector sanitario haitiano, tanto público como privado, ya había sido descuidado por los gobiernos anteriores, con escasas inversiones y falta de prioridad en el presupuesto nacional.
Además del proyecto de reconstrucción del HUEH, la obra del hospital Simbi continental, financiada por el Fondo Petrocaribe desde 2014, sigue estancada, al igual que muchos otros proyectos.
Los últimos pacientes del HUEH, como Pierre Laouard, no tienen ahora adónde ir. Viven en las calles o en carpas que la ONU levantó luego del terremoto de 2010, sin cuidados para sus patologías y expuestos a la violencia descontrolada en el centro de la capital de Haití.
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