La Cancillería se dispone, según he sabido, a hacer público un merecido reconocimiento a varios diplomáticos dominicanos de carrera que a lo largo de años de servicio han sabido poner en alto el buen nombre de nuestro país.
Este homenaje tiene la particularidad de que, además de constituir un acto de justicia, servirá para establecer una diferencia entre aquellos que han ejercido con seriedad y orgullo su profesión como dignos representantes de la República, de una parte, y de la otra los que logran conseguir un nombramiento inmerecido para valerse de los privilegios de la diplomacia y realizar toda clase de negocios, turbios por demás, en perjuicio de la buena fama de nuestro país.
Aplaudo este gesto del Ministerio de Relaciones Exteriores y felicito a los galardonados en la persona, específicamente, de quien ha dedicado a su carrera 50 años de servicios ejemplares en no sé cuántos países de varios continentes: el embajador Ciro Amaury Dargam Cruz, en cuyo pecho no caben más condecoraciones, todas ellas sobradamente merecidas.
El embajador Dargam ha recibido, lo sé muy bien, numerosos homenajes a lo largo de su carrera, pero estoy seguro de que éste, proveniente de su propia Cancillería, ha de tener un especial significado para él y su distinguida familia.
Vayan mis parabienes para todos los diplomáticos de carrera que serán reconocidos en esta oportunidad, así como también a la Cancillería, por el noble gesto de rendir honor a quienes honor merecen.