La lucha entre el presidente francés, François Hollande, y su primer ministro, Manuel Valls, se libra a plena luz del día.
Las tensiones entre los dos hombres son una distracción para Francia, que está luchando con una economía que apenas ha crecido en los últimos dos años, el desempleo en un máximo histórico y un presidente cuya popularidad es la más baja para un jefe de Estado francés en al menos medio siglo.
Los primeros signos de las grietas en la relación entre los dos aparecieron cuando Hollande desestimó la sugerencia de Valls de que Francia abordara el aumento del desempleo atacando los generosos beneficios por desempleo del país.
Aún faltando más de 2 años para la votación presidencial, su divergencia es cada vez más pública: Valls, de 52 años, juega un papel de reformista joven y práctico, mientras que Hollande, de 60 años, se retrata a sí mismo como el hombre de estado decidido a evitar los conflictos sociales.
