Santo Domingo.-Por su impresionante sencillez pasa desapercibida. Sin embargo, en cuestión de minutos al escucharla hablar de su ardua y silenciosa labor para identificar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida) en el país, cualquiera se queda atónito.
Con sus llamativos ojos verdes, cabellos dorados y acento anglosajón, la viróloga y científica Ellen Koenig Levy dice sentirse agradecida del escenario brindado por la República Dominicana para hacer estudios de la enfermedad, pero son los dominicanos quienes deben darle gracias por sus aportes.
Relata que los primeros casos de transmisión de VIH detectados en el país fueron por transfusiones, ya que los bancos de sangre en 1986 no analizaban la posible presencia de ese virus.
Recuerda que es a partir de esa fecha es que se empieza a asumir como política pública y hacer pruebas de VIH antes de cualquier transfusión de sangre.
Descubridor del VIH
Ella forma parte de una trilogía de hermanos, Jay y Stuart, vinculados a las investigaciones en California del hoy VIH, desde antes de que se supiera de la existencia de ese virus.
Tanto así, que uno de ellos, el doctor Jay Levy, es reconocido como el descubridor del virus mientras la familia estaba de visita en París, Francia, en 1983.
Ellen ya vivía en República Dominicana y por eso este país ha estado en el mapa de las investigaciones del VIH desde su inicio, pues sus hermanos pedían que les enviaran muestras de grupos de alto riesgo para detectar la presencia del virus.
Cómo llegó a RD
Koenig nació en Willmintong, Delaware, Estados Unidos, y recibió en 1970 su Master de Ciencias en Microbiología de la Universidad de Filadelfia.
Antes de terminar su carrera visitó la República Dominicana tras conocer al que ahora es su esposo y con quien procreó a sus tres hijos.
Cuando se casó y vino a vivir en el país no hablaba español, por lo que se inscribió en el Dominico Americano. En eso vio un anuncio en el periódico sobre el inicio del Instituto de Microbiología Electrónica y se necesitaba a alguien que enseñara la materia.
Le aprobaron entrar y como no conocía el idioma escribió sus cátedras, un señor se las corrigió y haciendo uso de la pizarra dio sus primeras clases, aprendió a interesarse por las investigaciones.
Un día entrando al hospital Salvador B. Gautier, donde daba clases de la Unphu, se encontró con una compañera de graduación, quien trabajó con el descubridor de la hepatitis B y vino aquí porque oyó que había mucho cáncer de hígado.
Ella le pidió que le ayudara a buscar muestras sanguíneas de personas para realizar estudios.
Luego la llamaron de la Organización Panamericana de la Salud y empezó a estudiar el dengue.
En 1978 empezó también a buscar muestras de personas sospechosas de sífilis, porque en ese momento se presentaron muchos casos.
Inicio virus en EE. UU.
Su hermano médico Jay Levy estaba estudiando una enfermedad aún desconocida para gran parte del mundo y le indicó que en Haití se habían producido muchos casos, por lo que le pidió que investigara en República Dominicana para determinar si había casos, haciendo un trabajo de la enfermedad que en 1979 empezó a darse a conocer en Estados Unidos.
“Fue así como junto a un amigo a quien haía dado clases de medicina visitó los bateyes de San Pedro de Macorís, pero no encontraron personas con los síntomas de la enfermedad.
Luego pasaron a la Zona Colonial a buscar hombres que tuvieran sexo con hombres; también tomaron muestras en la Unphu y las enviaron a Universidad de California, en San Francisco, y los resultados se conocieron año y medio después (primero en Francia y Californía) cuando el Instituto Nacional de Salud descubre el virus que causa el sida, hoy conocido como VIH.
Detección virus aquí
“Esas muestras de sangre que estaban presentes las sacaron del ‘frizer’ les hacen las pruebas y encontraron que de 10 al 15 por ciento de esos hombres que sangramos en la Ciudad Colonial eran positivos de VIH”, revela la científica.
Indica que también habían ido al batey Duquesa para buscar muestras y ahí el 10 por ciento resultó con el virus.
Afirmó que estaba de vacaciones en Estados Unidos cuando recibió una llamada del doctor González Grateraux, director del Laboratorio Nacional de Salud Pública, y la invitó a ser directora del Departamento de Biología e iniciar las pruebas en el país sobre VIH.
El primer caso
El primer caso se dio antes de ella ser directora del Departamento de Biologia. En enero de 1985 su hermano Jay la envió al hospital de niños a ver cuál era la incidencia a ese nivel.
Fue al Salvador B. Gautier y encontró un infante que era positivo y los padres negativos.
El niño recibió una transfusión.
Logró que el banco de sangre identificara al donante, a quien le hicieron una prueba y la enviaron a Estados Unidos, resultando positivo.
Se trataba de una persona heterosexual, pero en ese momento no siguieron las investigaciones para determinar cómo lo había adquirido. Esa persona no murió de VIH, sino que falleció de un infarto.