El acuerdo al que llegaron Hipólito Mejía y Luis Abinader, que efectivamente alcanzaron uno, consiste en no enfrentarse en la convención para elegir a quienes ocuparán la presidencia y la secretaría general del Partido Revolucionario moderno.
Los nombres surgieron luego, pero quedaron “in pectori”, ya que también acordaron que fueran sometidos al escrutinios de la militancia y que estrenen el padrón recién elaborado.
Identificaron a una persona del agrado de ambos para la presidencia del Partido y a otra para la Secretaría General, pero el dedo señalador será más sutil, especialmente para no resentir a Andrés Bautista.
El actual presidente del PRM decidió inscribir su candidatura aun sabiendo que la tiene difícil.
Las influencias externas hicieron ver el peligro de que el lastre de Odebrecht pudiera frenar el ímpetu que se necesitaría durante una campaña electoral.
El mismo razonamiento frenó a Jesús Vásquez, quien se veía como un potencial sucesor de Bautista.
Las fórmulas son lo de menos en el presente ajedrez del PRM, porque lo que se busca es evitar un enfrentamiento adelantado entre los dos grandes.