Es un secreto a voces que dentro del Partido Revolucionario Moderno existe un malestar de alta preocupación.
Sucede que la dirigencia ha sido marginada de los cargos públicos, lo que se traduce también en un olvido para los militantes de las bases.
Los empleados en el Gobierno no han sido canalizados a la rapidez y con la esperanza que muchos esperaban, además de que se acusa a dirigentes de alto nivel de mantenerse en una esquina ante las quejas por la demanda de puestos de trabajo en el Estado.
La presión que ahora tienen dirigentes o presidentes de los comités del PRM se acrecienta cada día, mientras muchos ministros y otros funcionarios hacen caso omiso a las exigencias de muchos de sus conocidos en el partido. De ahí que no resulta descabellado el cuestionamiento del expresidente Hipólito Mejía al canciller Roberto Álvarez, que viene de las filas de la sociedad civil.
Como Mejía, hay muchos que entienden que el PRM cuenta con el material humano para ocupar el puesto de Álvarez y así se permitiría que “compañeros” tengan alguna posibilidad de trabajo.
El clamar de Mejía es generalizado en todo el país y se presume que el presidente Luis Abinader y el PRM deberán cargar con el costo político que implica la marginalidad a que ha sido sometido la base de ese partido.
El Partido de la Liberación Dominicana dio apoyo a sus miembros en todo el país.